"Lo digo sin problema, es la pérdida de fe en la humanidad. No es a Dios, estoy jugando todo el rato con cosas de religión, pero digo claramente que me ponen triste muchas cosas del ser humano. Ahora entiendo cosas de las que hablan siempre los mayores que duelen en la vida. La frase de 'mi padre se hace mayor' es uno de esos momentos, en el que ves a tu padre y dices: 'Ostras, es un abuelo', tiene setenta y ufff, en algún momento lo voy a perder. Y luego llevo tres años sin televisión, porque el hecho de estar comiendo viendo determinadas imágenes en la tele también me parece algo súper cínico, y lo hemos asociado, todo el mundo come viendo eso y no hay problema, y no se te cierra el estómago; eso me parece muy poco humano. Y es eso, joder, ojalá volviese toda la ilusión que yo tenía de pequeña y todo lo que yo creía, porque me la habéis hecho perder".
Así explicaba Rozalén, en noviembre de 2015, lo que había querido expresar con la canción "Mi fe", un relato desencantado y amargo sobre la pérdida de la inocencia y la insensibilización de la sociedad actual. Esta albaceteña, nacida en 1986, es una de nuestras cantautoras en activo más valiosas por su versatilidad, sus letras y su excelente voz en cualquier registro. Aunque pueda parecer imposible en los tiempos que corren, ha conseguido el favor del público a base de calidad, riqueza melódica, sinceridad y compromiso social. Según nos cuenta Paco Cifuentes en la web oficial de Rozalén, "canta desde niña, porque su madre le cantó siempre y muy bien"; es psicóloga y máster en Musicoterapia, enseñanzas que, sin duda, ha sabido expresar en canciones que nos ayudan a sentirnos mejor. Tras trasladarse a Madrid, comenzó a actuar en salas como Libertad 8 o El Rincón del Arte Nuevo, en la calle Segovia, local del que fui asiduo durante los noventa, cuando esta cantante era una niña. En 2012 publicó su primer disco: "Con derecho a ..."; tal vez algunos os acordéis del vídeo utilizado para promocionar el tema " 80 veces", en el que compartía protagonismo con Beatriz Romero, quien acercaba la canción a la comunidad de sordomudos. Ya con Sony, sacó al mercado su segundo disco (" Quién me ha visto ...", 2015), donde se incluyó "Mi fe", la melodía protagonista de hoy; ese mismo año participó en la banda sonora de " Perdiendo el Norte", pelicula dirigida por Nacho G. Velilla. Su tercer, y último trabajo hasta la fecha, vió la luz el 15 de septiembre del año pasado, con un título ("Cuando le río suena ...") en la línea de los anteriores, es decir, un refrán inacabado finalizado en puntos suspensivos, porque - tal y como nos cuenta la propia Rozalén- "como es evidente lo que viene, lo dejo abierto para que cada uno continúe lo que quiera, además yo en los conciertos me pinto tres puntitos debado de la raya del ojo, chorraditas". Como os comentaba antes, "Mi fe" forma parte del álbum " Quien me ha visto ...", un disco amalgama de estilos que os recomiendo escuchéis si aún no lo habéis hecho; en él está presente el bolero (es el caso de " Berlín", canción incluida en la ya citada "Perdiendo el Norte"), la cumbia (" Somos"), el cabaret (" Tonta") o las fragancias del sur (" Mis palabras"). Por último, aquí tenéis una versión en directo de "Mi fe" traducida, de manera simultanea, al lenguaje de signos.
Canción de autor, CantautoresDe Rozalén nunca he ido más allá del nombre, la verdad. No conozco su obra, creí que era otra cantante más bastante cercana al flamenco, el pop comercial y la música ligera, como tantas otras bastante mediáticas. Muy bonita la canción, la voz y la letra. Brutal el párrafo con el que abres la entrada. Es verdad, es un tema muy fuerte el de la insensibilización ante las noticias, las tragedias, las guerras, el hambre... y cómo nos lo tragamos justamente a la hora de comer, viendo los noticiarios. Nos hemos insensibilizado tanto, creo que nos hemos vuelto tan fríos e indiferentes (Comfortably Numb, ni más ni menos que es eso). Muchas veces me pasa por la cabeza qué podemos o qué podríamos hacer. Supongo que muchas cosas, en el fondo. Me pregunto también por qué si existen millones de personas con buen corazón por qué en el mundo ocurren cosas tan trágicas, horribles e injustas. No sé si es la naturaleza ambivalente y contradictoria del ser humano, si es el sistema, la codicia, los gobiernos, el poder que corrompe, los intereses económicos y la dictadura del dinero, el capitalismo que a mí personalmente tanto asco me produce. Porque la especie humana es bastante estúpida, si uno se para a ver que los intereses económicos pasan por delante de la destrucción del planeta, la naturaleza, los ecosistemas... Poniendo este ejemplo es más que suficiente para quedarse perplejo y constatar que muchas desgracias podrían evitarse y no se hace. Hoy una imagen casi me ha hecho llorar. Mientras cenaba en el trabajo he ojeado el periódico. Un hombre llora de tristeza con su hijo muerto de 2 años en brazos. Bombardeos en Siria. Las atrocidades y todo lo que pasa gente así, en tantas partes del mundo, le hacen a uno preguntarse en qué clase de mundo vivimos. Cuesta de creer, pero situaciones así se dan y nos parece estar tan lejos. Siria, Irak, Yemen, África, tantas partes del mundo sometidas a tantas desgracias, guerras o miseria. Casi he llorado, sí, pero se ha quedado en una pena inmensa y en unos cuantos minutos de reflexión que aún me impactan, si no no estaría ahora explicando esto. Es que el mensaje de Rozalén ha conectado con todo esto. Hace unos años vi una imagen que también me impactó mucho. Me juré a mí mismo que no la olvidaría, pese a que son imágenes que por desgracia parece que vemos casi a diario y que justamente ya casi no nos hacen reaccionar: un pobre chico estaba absolutamente envuelto en vendas, había resultado muy quemado por unas bombas en Afganistán. Probablemente no sobreviviera o quedara ya muy afectado para siempre, y más en un país con tan pocos recursos. Pensé que no era justo, me pregunté por qué, sentí dolor, el mismo que he sentido hoy y el mismo que creo sentirá Rozalén ante esa frialdad, y el que deberíamos sentir todos. Esta es mi modesta visión de este mundo de mierda. La codicia, la maldad, la estupidez y mil cosas más lo convierten en una mierda, no porque nuestro maravilloso hogar en sí lo sea. Aquí está la imagen de ese padre, se llama Mahmoud Al Bash...