Pues bien, yo no soy de esos. No es que no disfrute más de un RPG occidental que de uno oriental, o viceversa, es que no soy capaz de disfrutar de ninguno de ellos. ¿El por qué? Las manías. Las malditas manías...
Puede parecer absurdo, pero hay manías que pueden llegar a hacerte aborrecer un determinado juego. Hay manías que incluso pueden hacerte aborrecer un género que sobre el papel te atrae sobremanera. Hay manías, de eso no cabe duda, y las que os presento a continuación os pueden arruinar completamente la experiencia con un RPG.
1. Complejo de explorador.
Estás jugando a Fallout 3. Ves una gran piedra a lo lejos y te preguntas "¿qué habrá detrás de ella?". Vas y para tu desgracia descubres que no hay nada, pero desde tu nueva posición divisas al horizonte otra gran piedra. "¿Qué habrá detrás de ella?" te vuelves a preguntar, y te diriges hacia allí de nuevo. Quizá tengas suerte y te encuentres algún bicho por el camino o un poblado con un par de habitantes pero tampoco te importa demasiado, hasta que no llegues al fin del mapa no apagarás la consola tranquilo.
En el caso de los RPGs orientales la situación se agrava más si cabe. Estás en una mazmorra o un bosque (más variedad no hay). Sabes que en los límites de esa zona no habrá más que una simple pared, de piedra o de árboles. Sabes que en cuanto muevas a tu personaje, en cuanto des dos pasos (tres en el mejor de los casos), te aparecerá un enemigo. Sabes que dedicarás más de media hora a explorar esos 15 metros, pero aún así hay algo dentro de ti que te obliga a hacerlo. Por suerte en Final Fantasy XIII el problema de la exploración lo han solucionado.
2. Tacañería.
Entras a una tienda y descubres una gran cantidad de objetos para comprar. Armas, armaduras, libros de hechizos, colgantes de los chinos,… Pero no compras nada, absolutamente nada. Siempre piensas que te encontraras algún objeto mejor en tu siguiente paradero y, por que no decirlo, siempre hace ilusión amasar grandes cantidades de dinero en un videojuego (excepto en el New Super Mario Bros 2).
Esta manía es un tanto curiosa y contradictoria, ya que la mayoría de los que la sufren siempre miran antes de que salga el juego que tenga mucho equipamiento y muchas tiendas y zonas donde poder comerciar, y resulta un factor casi determinante en la decisión de adquirirlo finalmente.
3. Misionero.
Siento desilusionarte pero no, no me refiero a la postura.
Apenas llevas unas horas con tu nuevo juego y la historia principal promete. Parece ser que, sorprendentemente, has perdido la memoria y has despertado en un lugar desconocido, y que tienes que ir a hablar con un señor raro que te contará cosas raras que están pasando en el raro mundo en el que se desarrolla el juego. Empiezas a intuir por donde van los tiros, empiezas a descubrir ciertas cosas, empiezas a engancharte completamente a la historia del juego hasta el punto de querer saber más y más y… aquí es donde aparece la manía que nos ocupa. Da igual lo enganchado que estés a la historia, da igual que no puedas esperar ni un segundo para saber que va a ocurrir,… si te salta una misión secundaria, dejarás aparcado el argumento principal para hacerla. Si tienes suerte el juego será el típico que tiene 4 misiones secundarias que han puesto de relleno para poder decir que tiene misiones secundarias pero si es de los otros… ay si es de los otros, préparate por que el que perderá está vez la memoria serás tú del tiempo que tardarás en ponerte de nuevo con la historia del juego.
Completarás imperiosamente todas las misiones secundarias. Aunque sean de recadero. Aunque la recompensa sea de 100 monedas y tu ya tengas 100 millones. Aunque sea la típica misión de encontrar 38 piezas para crear un arma que es luego es peor que el palo de madera con el que empezaste. Las completarás, y punto.
4. ¿Hablamos?
Imagina que estás en tu partida de Oblivion o Skyrim. Paseas tranquilamente por ese pequeño camino que hay en medio del bosque cuando de repente, llegas a un pueblo o ciudad.
Qué bien, ¿no?. ¡PUES NO! Es lo peor que te podría pasar. Reza por que te salgan las 3 luces rojas en ese mismo momento, porque si no nadie podrá librarte de la necesidad de hablar con todos y cada uno de los habitantes de dicha ciudad, seleccionando todas y cada una de las opciones de diálogo de todos y cada uno de ellos. No es que llegues con tu personaje a la ciudad y digas "voy a hacer noche aquí", es que tienes que hacer noche en el sofá de tu casa para poder cumplir con tu compleja y pesada labor.
Destacar que cuando te pongas a hablar con uno de los habitantes estarás rezando de que no te deje preguntarle por nada más que 2 o 3 cosas. Te da igual que te de información vital del argumento o de la misión que estás haciendo, solo quieres terminar de hablar con él lo más rápido posible para tacharlo en tu lista mental de "gente con la que ya he hablado".
¿Sufres alguna de estas manías? Lo siento y me solidarizo contigo. Pero no te desanimes, siempre nos quedará el Call of Duty.
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