No suena el teléfono y tú sabes por qué Platero y Tú Aparecía Rubalcaba señalando que Mariano Rajoy había superado las líneas rojas del Estado de Bienestar y, de repente, me interesó el concepto de las líneas rojas. Podían haber sido líneas negras o verdes o transparentes, pero los metaforistas profesionales eligieron el rojo. Un rojo poco socialista, poco solidario. Un rojo que se establecía como sinónimo de alarma, de urgencia, como si el color rojo ya no sirviera para hablar de pasión, por ejemplo, o de amor. O, bueno, de algunas otras cuestiones que, al menos ayer, podían considerarse positivas. Pero el rojo quedó marcado inevitablemente, postergado al último escalafón de la paleta cromática. Así que cuando tuve la oportunidad de comprender a qué se refería Rubalcaba con aquel concepto bien trabajado, simbólico, muy gráfico pese a tratarse de una sucesión de palabras; cuando por fin pude comprender su discurso, me acojoné. Rubalcaba estaba muerto de miedo, a punto de salir corriendo, cuando pronunció "líneas rojas". Cuando lo pronuncié yo dejó de significar. Sustituimos líneas rojas poéticas, invisibles, sugerentes, por urnas de cristal opacos. Tú a un lado y yo al otro. Y aún no he encontrado el martillo: romper en caso de emergencia. Aunque no debería estar muy lejos.
No suena el teléfono y tú sabes por qué Platero y Tú Aparecía Rubalcaba señalando que Mariano Rajoy había superado las líneas rojas del Estado de Bienestar y, de repente, me interesó el concepto de las líneas rojas. Podían haber sido líneas negras o verdes o transparentes, pero los metaforistas profesionales eligieron el rojo. Un rojo poco socialista, poco solidario. Un rojo que se establecía como sinónimo de alarma, de urgencia, como si el color rojo ya no sirviera para hablar de pasión, por ejemplo, o de amor. O, bueno, de algunas otras cuestiones que, al menos ayer, podían considerarse positivas. Pero el rojo quedó marcado inevitablemente, postergado al último escalafón de la paleta cromática. Así que cuando tuve la oportunidad de comprender a qué se refería Rubalcaba con aquel concepto bien trabajado, simbólico, muy gráfico pese a tratarse de una sucesión de palabras; cuando por fin pude comprender su discurso, me acojoné. Rubalcaba estaba muerto de miedo, a punto de salir corriendo, cuando pronunció "líneas rojas". Cuando lo pronuncié yo dejó de significar. Sustituimos líneas rojas poéticas, invisibles, sugerentes, por urnas de cristal opacos. Tú a un lado y yo al otro. Y aún no he encontrado el martillo: romper en caso de emergencia. Aunque no debería estar muy lejos.