Rubalcaba: más de lo mismo

Publicado el 10 septiembre 2012 por Vigilis @vigilis
Cuesta mucho hablar del Comité Federal del PSOE sin parecer un retrasado mental. El caso es que en la calma que precede a la tempestad, con un gobierno del PP cuya aversión a las declaraciones públicas solo es comparable a las ganas de Rajoy de parecerse a ZP, poco más hay por comentar de la actividad de los partidos turnistas.

Alfredo P. Rubalcaba presentó una declaración de intenciones -tras el comité a puerta cerrada- en la que habló de una reforma fiscal basada en la idea de subir impuestos a los más ricos. ¿Cómo no se nos habrá ocurrido antes? Podemos subir impuestos a los más ricos cada vez que se disparen los gastos. Así, subimos y subimos siempre que el Estado necesite más panoja, hasta llegar al 100%, ¿y luego qué? Aparte de provocar la expulsión de las rentas más altas (en muchos casos, los profesionales mejor valorados de cada sector), de impedir que un ricochet siquiera se plantee el empadronamiento o abrir aquí proyectos de inversión; lo que hace es caer en la trampa del pensamiento mágico: subir el impuesto de la renta a las rentas más altas no supone unos nuevos enormes ingresos y sin embargo puede perjudicar más por el coste de oportunidad que supone. Además, ¿qué estimaciones se manejan con esta subida de impuestos? ¿Dan para compensar la subida del gasto? Responder a esta pregunta es fundamental, porque en ella se basa toda la estrategia de oposición del PSOE: «no vamos a recortar, porque vamos a subir los impuestos a los que más tienen». Vale, pero no llega. Ahí está Hollande dándose de bruces contra la realidad: sube impuestos y recorta.
Otra de las ideas locas que transmitió Rubalcaba fue la de la unidad en el partido. Llevan con lo de la unidad, lo indecible. Yo no sé cómo andarán en otros sitios, pero puedo contar algo del PSOE gallego. Con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, se están haciendo las listas electorales. Pues bien: el candidato a la Xunta del PSOE sale elegido de cuarto en la agrupación de Orense (más enanos creciendo por aquí). En la provincia coruñesa hay todo un minigolpe de Estado que plantea un exministrillo de ZP. Os hablo de un PSdeG que tiene relativamente poco que repartir.
Y es que el concepto de baile de sillas en el PSOE de Rubalcaba es curiosísimo: tras el 38º Congreso, deben hacerse primarias antes de cada convocatoria electoral. Pues bien, tenemos elecciones en Vascongadas y Galicia y ninguno de los candidatos es elegido en primarias. Dirán que es por los plazos, pero para las gallegas hay otros partidos que sí las hacen justo antes. Los socialistas pasan, no vaya a ser que no salga lo que tenga que salir.
En el campo de las críticas al PP, Rubalcaba insistió mucho en que el PP no quiere acuerdos y que cada vez hay menos espacio para nuevos acuerdos. ¿Para qué hacer acuerdos si existe una política continuista, impuesta desde fuera -excepto en la política de apaciguamiento con los terroristas que no tiene disculpa- con colaboración necesaria del anterior gobierno y de este? Criticó recortes en sanidad y educación. La gran parte de los costes de las dos partidas dependen de salarios de los empleados públicos, ¿quién empezó recortando esas partidas? Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. No insistiré por aquí porque el juego del «y tú más» solo beneficia a los partidos turnistas, pero sirva de muestra del cinismo total y absoluto con el que se mueven los próceres patrios.
Abundando en las críticas, el político calvo y con barba dejó caer que el PP ha perdido su mayoría social. La pregunta que surge es dónde está ahora esa mayoría social. Lo que podemos pensar, al margen de encuestas, es que los partidos turnistas van perdiendo apoyos. La presencia mayoritaria en la calle es para grupos extremistas. Los comunistas están subiendo un poco a costa de provocar cada vez más desafectos al sistema parlamentario y a la civilización occidental. Al calor de esta iniciativa callejera de la extrema izquierda predemocrática, el PSOE pretende radicalizar su discurso para sumar a desencantados con el sistema. Justo la estrategia que seguiría un oportunista sin escrúpulos.
Acerca de la reforma del Estado, Rubalcaba no dijo ni mu. No dijo si le parecía bien o mal que el Estado central recupere competencias o si estaba a favor o en contra de dotar a las comunidades de la financiación suficiente de la que hoy carecen. Tan solo se quedó en una posición centralista de perfil bajo al criticar que por culpa del PP hay diferencias en las prestaciones de servicios públicos en unas comunidades frente a otras. Un lustro de estos, el PSOE debatirá el tema y será muy gracioso ver cómo les saltarán las costuras por todas partes.