Rubalcaba: Y, también, dos huevos duros

Publicado el 11 julio 2011 por Rgalmazan @RGAlmazan

Voy a actuar con buena fe, ya les aviso que no siempre lo hago. Y es que teniendo cierta edad, se acumulan resabios, propios del paso del tiempo.

Y miren ustedes, que no es por creer, pero creer por creer, francamente…

Ahora resulta que los bancos son malos, que es necesario ponerles una tasa. También ocurre que hay que cuidar el Estado del bienestar. Y, por qué no, se reconoce, por primera vez, que la ley electoral es injusta y habría que cambiarla. Y se quiere volver a recuperar el impuesto del patrimonio. Y se tienen soluciones para crear empleo.

Bueno pues todo esto y más, sería creíble en alguien de izquierdas, que ha demostrado estar en su sitio y que habiendo querido no ha podido, por no tener suficiente poder o por estar en minoría, acometer esas iniciativas. Ahora bien, que lo diga Rubalcaba –antes Alfredo--, díganme ustedes si no cuesta creerle. Un político que lleva en primera línea desde hace más de veinte años y que los siete últimos años ha estado en el gobierno de Zapatero, que ha vivido la crisis desde el estrado con responsabilidad de vicepresidente, t que ha compartido consejo de ministros donde se ha hecho, justo lo contrario, literalmente, de lo que ha dicho en su primer discurso de candidato. Y es que parece el mito del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

Pero, no seré yo, con mi educación –a mi pesar— judeocristiana, quien no piense que hay que dar otra oportunidad al pecador. En fin, abrir la espita de la duda, es mi buena obra del día. Así es que aquí le espero, y ojalá que gane y no le tenga que decir que “por la boca muere el pez” o que “perro ladrador, poco mordedor”, o que “del dicho al hecho hay mucho trecho”.

Pero les mentiría a ustedes si dijera que le tengo confianza. Cuando le miro, veo al ministro de Zapatero --por mucho que ahora dimita-- y no al socialista. Y es que han sido tantas las que nos han colado, que después de oír la retahíla de soluciones del candidato podríamos decir aquello de los Marx: Y, también, dos huevos duros…

Salud y República