[Ricardo Portmán] @ecosdelviniloEl pasado sábado 13 de abril Rufus T. Firefly cerró su etapa Magnolia/Loto en la Sala La Riviera de Madrid con un recital antológico, irrepetible, un concierto que muchos le contarán a sus hijos con un orgulloso “yo estuve ahí”. La banda de Aranjuez ha nadado en las aguas de la humildad y el trabajo y esas brazadas le han salvado de una sobreexposición que fácilmente llevaría a la arrogancia, y no es su caso. Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro son la quinta esencia de la sencillez y el amor por un proyecto de vida. Pocas bandas han brindado con tanta generosidad de esfuerzos un sudor bendito y una entrega que no pide nada a cambio.La historia de la banda casi termina tras el sobresaliente álbum Nueve (2014). La partida de dos de sus integrantes dejaba en cuadro a Rufus, con un pie en el retiro, pero a tenaz no hay quien le gane a este binomio fenomenal que hoy triunfa en la forma que realmente les convenía y sacó lo mejor de sí mismos: como un duo donde cada uno empieza y termina en el otro, potenciados por los incondicionales Carlos Campos, Rodrigo Cominero y Miguel De Lucas. ¿Qué sería de la delicadeza melódica de Víctor sin el poderío de Julia? ¿Qué sería de la pegada de esta hija musical de John Bonham sin el canto apasionado del frontman? Magnolia llegó el 20 de enero de 2017 sin llamar mucho la atención, casi a hurtadillas, como tanteando el terreno tras el dolor de las fracturas, logrando desde la primera nota de Tsukamori volverse adictivos, una revelación cargada de electricidad y bagaje lírico, con Río Wolf como el single/cóctel Molotov que incendió el pasado para que Rufus T. Firefly asumiera el plumaje de Ave Fénix de la escena indie rock española. No todo se remitía al inmenso caudal sonoro, porque Julia sacó el tarro de las esencias de su arte gráfico para equilibrar lo que sonaba con lo que se veía y palpaba. El resultado de Magnolia fue la primera mitad de un enamoramiento instantáneo, que se completó en un sentimiento a prueba de balas con su gemelo, Loto, que vio la luz el 1 de junio de 2018.Loto es un disco con una identidad propia, que va en vuelo paralelo con Magnolia, ocupando uno de los canales de la aventura en estéreo de Rufus T. Firefly, una travesía que les ha hecho triunfar en el corazón de la gente y de los co-habitantes del planeta música. Una prueba de fuego para este disco era evitar el papel de hermano menor de Magnolia y ese test lo superó con holgura, porque los viajes lisérgicos de temas como Pulp Fiction tuvieron una inesperada ramificación hacia el infinito en las gloriosas San Junípero y Cristal Oscuro. Magnolia era la puerta entreabierta, mientras Loto es la habitación con vistas a la plenitud del sonido.En el tema Un Breve e Insignificante Momento en la Breve e Insignificante Historia de la Humanidad, Víctor nos canta que alguien les comparaba en Twitter con Tame Impala. Comparaciones, haberlas haylas, pero si somos fieles a lo percibido en la etapa 2017/2019, hay que dejar muy claro que nadie -literalmente, nadie- es capaz de hacer en un estudio o sobre un escenario lo que Rufus T. Firefly hace. Su despedida temporal en La Riviera es un hito, y los hitos solo están al alcance de tropa de élite.
Lo que nos reservan Victor y Julia en el futuro es como mínimo prometedor pero, hagan lo que hagan, esto que hemos vivido en los pasados dos años ha sido la fiel representación de la fe en el poder sanador de la música. Antes que Víctor y Julia sigan su ruta de reinvención debería grabarse en la piedra -en una grande y visible- un “Magnolia/Loto de nuestras vidas” con admiración y agradecimiento.
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