Como si de un mundial automovilístico se tratase, tres circuitos de distinto trazado para un vehículo sinfónico que cumple 25 años de escudería adaptándose cada temporada a los variados recorridos, capaz de agarrarse al duro asfalto sin perder potencia, circular como la seda apenas sin virajes bruscos para disfrutar del paisaje, y alcanzar la meta pisando a fondo seguros, sabedores que ya está todo decidido a la espera de la última vuelta triunfal, que será la próxima semana con el conductor oficial en un "Cuaderno de Viajes IV" cerrando las bodas de plata por todo lo alto.
Agradecida la violinista nos dejó propinas también de dos mundos: Ratchenitsa, una danza de su país con virtuosismo popular de aires zíngaros y el padre Bach con el inicio de su Partita nº 2 en re menor, BWV 1004, nada hiriente e íntima, contrapuesta al desparpajo de su tierra.