Ruidos que desquician

Publicado el 17 marzo 2010 por ArÍstides


QUE CADA CUAL BARRA ANTE SU PUERTA Y ASÍ EL MUNDO ESTARÁ LIMPIO. De Goethe

El Sol saldrá a las 6,06 h. y se pondrá a las 18,12 h.

Un amante del ruido ha sido condenado a dos años y tres meses de prisión, 30.000 euros por daños morales y 8.000 euros por el delito de lesiones y secuelas por hacer la vida imposible a un matrimonio de 70 y 73 años de edad. El angelito, de 65 años y médico de profesión, se dedicaba a poner los aparatos de música a volúmenes intolerables para los vecinos. Lo hacía a cualquier hora del día y encima se ausentaba, incluso durante días, dejando el volumen muy por encima de los límites permitidos.

Casos como el señalado son habituales en muchos lugares. La desidia y el menosprecio al sentido común suelen estar presentes en bastantes ámbitos de nuestra sociedad. Desde esas campanas que dan las horas y los cuartos por la noche -cosa entendible cuando los relojes no se podían programar, ni modular el sonido- en nombre de la tradición, pero que molestan e impiden el descanso a quienes no la comparten, hasta el sonido de las fiestas populares de nuestros barrios, en las que prima más el bullicio y el desorden con la escusa de la alegría, que la calidad de lo allí escuchado.

La administración se muestra lasa en el momento de aplicar las ordenanzas municipales y la Ley sobre el Ruido en las fiestas juveniles de nuestras ciudades. Igualmente es llamativa la dejadez de la Inspección de Trabajo en algunos locales, en los cuales los trabajadores debieran llevar mascarillas y cascos para combatir el aire viciado por el humo y el exceso de ruido en el local; algo que es normal en otros oficios, pero impensable en la hostelería.

Donde es costumbre el hablar alto y gritar suele ser difícil entenderse, y más en algunos garitos en los que sólo queda hacer el zombi para sobrevivir en el ambiente. Faltan mesura y respeto al prójimo, y sobre todo la decidida intervención de una administración que aprueba unas leyes -para luego olvidarlas- que son necesarias para combatir la contaminación acústica.