El personal del autobús que se dirige a la región de Maramures ya cambia con respecto al resto del país. Aquí es mucho más frecuente ver a las mujeres con sus pañuelos y grandes faldas negras con sus respectivos mandiles. La mayoría carga con grandes sacos en el autobús destartalado que nos llevará a Sighetu Marmitiei, comúnmente llamado Shiget.
El paisaje que atravesamos es lindo, con suaves lomas, pequeños pueblos y campos donde abundan los pajares de heno recopilados para que los animales tengan sustento en el invierno, Atravesamos un puerto de montaña que deja aislada la zona.
En ellas se describen los lugareños a si mismos lo que hacían en vida, explicando sus costumbres, profesión, a que partido pertenecían incluso se muestra con dibujos la forma en la que murieron o los vicios que tenian mostrando en dibujos si les daban al “palinka” o acompañados de varias mujeres. Los colores predominantes son el rojo, blanco y sobre todo azul que es el color de los trajes de los hombres cuando celebran festividades. La idea surgió de un popular artesano llamado Ioan Stan Patras que empezó a decorar las cruces diseñando los dibujos. Aquí también yace enterrado y permitió a sus discípulos que siguieran esta tradición.
Todas las mujeres visten con las pañoletas y nos llaman para que probemos los quesos frescos. Uno salado, otro más dulce, una viejita me da a probar una especie de yogur con un gran cucharón de madera y me preparan ya una botella grande de fontvella para llevar. Les digo que no puedo, que estoy visitando Maramures y ellas al oír la palabra mágica repiten “Maramuress, Maramuress” riendo y se dejan fotografiar.
Nos entra hambre, son casi las siete de la tarde y aun hace sol, aquí nos sobran los anoraks y nos vamos a Casa Iurca de Catinesti, un restaurante con patio al aire libre con una decoración calida en madera. Aquí sirven platos tradicionales acompañados de música típica de Maramures. Los camareros van ataviados con las vestimentas que utilizan en festividades y eventos. Tomamos una sopa consistente con pan marrón y cerveza.
Nos alojamos en la casa de la familia Prisacaru, Ha sido una suerte poder encontrar este lugar que ya habíamos contratado por Internet. Se encuentra situada al final del pueblo de Vadu Izei. Nos da la bienvenida, nos estudia brevemente y con una sonrisa agradable nos hace entrar. Nos presenta a su familia. Pero antes hay que quitarse los zapatos. Al ser toda la casa en madera hay que cuidarla... La señora Prisacaru es la doctora del pueblo y tiene más de dos mil pacientes que son prácticamente los que viven en el pueblo. La vemos atareada en la cocina preparando la cena para sus huéspedes. El matrimonio tiene dos hijos. También viven los padres de ella en la casa de al lado.
Nos llevan a la planta de arriba donde hay dos habitaciones, un baño y un comedor decorado con trajes típicos colgados de las paredes y alguna fotografía de personas posando con las vestimentas en días de festividad. Toda para nosotros.Hay varios libros y cintas de música para que nos vayamos deleitando. También tenemos un pequeño porche donde vemos pasar algún que otro coche.