Debido a esto, varias selecciones europeas pensaron en boicotear el certamen, de donde la renuncia a participar de Johan Cruyff fue la más sonada. Curiosamente fue un compañero suyo, Ruud Krol, el 'elegido' por la maquinaria propagandística afín al gobierno, para firmar una carta falsa en la que relataba a su hija una situación idílica en el país sudamericano que distaba mucho de la realidad. Y como este, hubo docenas (siendo generoso) de ejemplos de cómo el gobierno usó el torneo para encubrir o distraer la atención sobre maniobras autoritarias injustificables.
Pero volviendo a lo que es meramente futbolístico, Túnez e Irán fueron las selecciones que debutaron en este Mundial que volvía a repetir el modelo de competición de cuatro años antes: dos fases de liguillas para decidir a los finalistas. Tanto tunecinos como iraníes finalizaron su participación en la primera fase. También pudo ser el Mundial de un jovencísimo Diego Armando Maradona, que con diecisiete años integró la lista de preseleccionados por Menotti pero finalmente, no entró entre los veintidós elegidos. Tuvo que esperar.
España volvió a una fase final de un Mundial en Argentina, tras una fase de clasificación que rozó la épica. Su participación se redujo a tres partidos en la primera fase con un saldo de una victoria (ante Suecia), un empate (ante Brasil) y una derrota (ante Austria).
A parte de los dos finalistas, cabe destacar a Austria, Polonia y Perú como las selecciones que reclamaron un puesto en el recuerdo colectivo. Los austríacos seguramente presentaron en Argentina el mejor equipo de su historia, pero tuvieron un durísimo segundo grupo con Alemania, Italia y Holanda, donde no tuvieron margen de equivocación.Los polacos, todavía de la mano de Lato, siguieron viviendo su edad de oro, pero al igual que Austria, no cuajó en el segundo grupo con Perú, Brasil y Argentina. El equipo sudamericano, con el gran Teófilo Cubillas aún en él, siguió siendo uno de los combinados con un fútbol más atractivo... pero que pasará a la historia como sospechoso de un 'amaño' para beneficiar a Argentina (ante la que perdieron por 6-0 en la segunda fase, dándoles el goal-average necesario para jugar la final) en su camino hacia el torneo.
La final enfrentó a Argentina con Holanda, que sin Cruyff, encontró en Neskeens y en Resenbrink a dos de sus guías hacía la final y siguieron mostrando ese estilo vistoso y ofensivo como hacía cuatro años.Los anfitriones contaban con uno de los defensores más completos de la historia como lo fue Daniel Passarella y a un goleador de raza como Mario Kempes, que hizo dos históricos tantos en la final.
Menotti dio con la clave para acabar con la presión asfixiante que Holanda y su orden desorganizado ejercían sobre sus rivales: los cambios de orientación. Pillaron en más de una ocasión a los holandeses volcados en una banda y dejando la otra totalmente descubierta.
Así, Kempes cerró con seis tantos en siete partidos como máximo realizador. El citado Passarella, Cubillas, Dirceu, Roberto Dinamita, Neeskens y Ressenbrink serán los jugadores más recordados de aquel torneo.