¿Por qué tenía ganas de verla? Por los actores. En esta película trabaja gente a la que realmente adoro como Simon Pegg (Shaun of the dead y Hot Fuzz), Hank Azaria (creo que no necesita presentación) o Dylan Moran (repito que todo el mundo debería ver Black Books). Ha sido el único motivo pues la historia no es una gran cosa y la dirección es bastante normalita. Se me olvidaba decir que Pegg es coautor del guión de esta comedia romántica.
La película nos presenta a Dennis (Simon Pegg) un tipo normal con un trabajo que no le llena y una vida insatisfactoria plena de fracasos. Una buena persona, un tipo simpático pero incapaz de afrontar los retos de la vida y de madurar. Su mayor falta fue dejar a su novia (bellísima Thandie Newton) embarazada en el altar. De eso hace ya cinco años. Ahora Dennis se da cuenta de su error. Nunca ha dejado de amar a Libby, adora a su hijo Jake y cree que el nuevo novio de ella, un tal Whit (Hank Azaria) es un capullo que no la merece.
Whit es un triunfador, seguro de si mismo, rico, elegante y se lleva bien con el hijo de Dennis. Whit suele correr la maratón. Este año correrá una de 42 kilómetros en Londres, ciudad donde se desarrolla la película. Así que Dennis se apunta para demostrarle a Libby y a si mismo que puede cambiar, que puede terminar algo de lo que empieza, que puede ser mejor persona. Comenzará para él un período de entrenamiento que es de lo mejor de la película. Ayudado por su vecino y su amigo Peter (Dylan Moran) se entrenará día y noche para lograr su objetivo. Ganar la maratón y reconquistar a Libby.
Estamos ante una comedia muy blanca, cargada de buenas intenciones y buen humor. Típicamente inglesa. Entretiene pero no trasciende más allá. A mi me arrancó un par de buenas carcajadas y me emocionó con un final cantado desde el principio.
Preciosos los paisajes de Londres. Una ciudad que tengo que revisitar y callejear con más calma.