Un simple vistazo a la página de inicio del blog enciende todas mis luces de alerta: por Tutatis, cualquiera que vea esa selección de canciones va a pensar que tengo ya cincuenta años (¿y acaso no nos aferramos los musiqueros a las canciones como a un salvavidas con el que creemos ponernos a salvo de –horreur– la madurez?) . Se impone por tanto un refrescante baño en la electrónica, esa fuente de la eterna juventud para los melómanos. O un lifting apañadito y momentáneo, por lo menos; vamos con lo de Moderat.
Creo que ya lo he dicho por aquí alguna vez: que pienso que algo tendrán los discos de debut, que luego (Dios me libre de decir “siempre”, pero sí que diría que más de la mitad de las veces) se convierten en un exigente listón para los propios grupos. Desaparecido el factor sorpresa, a los artistas sólo les queda aquello tan arriesgado de imprimir un nuevo giro de tuerca a la fórmula que les ha dado el éxito para mantener el interés del público, o apostar por una continuidad que por seguro les acarreará no pocas críticas. Es decir, en el primer caso, los experimentos corren un grave peligro de constituirse en decepción y abandono de los fans que te encumbraron, mientras que en la segunda opción, el peaje a pagar será el de ser acusados de poco arriesgados y estar ofreciendo una simple ración de másdelomismo. Para más inri, si en el primer trabajo de los grupos noveles se destilan los esfuerzos por encontrar una voz propia, con composiciones que han requerido a lo mejor de años de desarrollo a la espera de una bendita oportunidad, para la segunda y tercera ocasión (lo de llegar al cuarto disco es otro cantar) la voraz presión de fans y discográficas acabará por aplastar cualquier intención de dar a los temas su tiempo para evolucionar.
Existen, por supuesto, celebradísimas excepciones a la norma, las cuales no voy a enumerar (“The Bends” de Radiohead, “Dog Man Star” de Suede, etecé-etecé-etecé) porque entiendo que son de dominio público: discos de continuación que no sólo confirmaron lo apuntado por sus antecesores, sino que catapultaron a sus autores a la primera fila del estrellato. No fue este, me temo, el caso de Moderat, el supertándem de electrónica conformado por Apparat y Modelselektor: su primer disco mostraba una originalísima fusión de crepitación electrónica y melancolía pop, con canciones que se ha convertido en clásicos de su repertorio, mientras que del segundo disco apenas consigo recordar nada demasiado destacabble más allá de los 10 minutazos de “Milk“.
Buenas noticias las de 2016. De momento, diría que este reciente tercer disco de Moderat me ha gustado más que el anterior, y tanto “Reminder” (el sencillo con el que avanzaron “III“) como -muy especialmente esta “Running” que da título a la entrada de hoy son canciones con la suficiente personalidad como para soprenderme tarareándolas mientras hago cualquier cosa por casa. La primera, es verdad, se arrima demasiado al sonido de los trabajos de Thom Yorke en solitario, pero al menos escapa del aburrimiento con el que el líder de Radiohead nos castiga hace unos años. “Running” sale especialmente favorecida: primero porque es una clara aceleración de los beats en un disco más introspectvo que los anteriores, y que parece muy influido por el soul electrónico (post-dubstep, ponedle el nombre que más rabia os de) de James Blake y adláteres, pero sobre todo porque por momentos vuelve a la magistral fórmula que tan buenos resultados les dio en piezas del calibre de “A New Error” o “Rusty Nails“. Este sí que es, de nuevo, el auténtico “sonido Moderat”; a saber: épica apabullante, actitud melancólica, y una innegable intuición melódica que bebe de las fuentes del mejor pop.