Esa corta distancia que ellos entablan con sus canciones, y las situaciones que en ellas nos plantean, los hace más auténticos si cabe, pues todo se tiñe de una naturalidad aplastante, donde lo de menos es el éxito de la impostura adoptada. Algunos de los temas incluidos en este EP (Broma antisemita o Mono divertido) ya tuvimos la oportunidad de escucharlos en la Sala Costello en la presentación para los medios el otoño pasado, y sin duda, son y siguen siendo, un apéndice continuista de su primer larga duración, en el que cada canción engendra una historia única por mucho que reflejen situaciones cotidianas, y en las que sobresalen esa aptitud desenfada a la hora de afrontar un proyecto musical, que por sencillo y directo es auténtico como pocos, lo que les proporciona unas señas de identidad propias; una característica nada desdeñable en el panorama musical actual de la música española. Está claro, Rusos blancos han llegado al universo musical para alegrarnos la vida, y nosotros estamos aquí para agradecérselo.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.