Escribe Sara Oviedo en las notas al programa: "La cantera de San Petersburgo y su conservatorio da sus frutos", y en la capital asturiana llevamos una buena temporada escuchando música rusa, siempre necesaria para el oído aunque con distintas calidades y calideces.
Para abrir boca nada menos que el Concierto en Re para orquesta de cuerda (Stravinski) con tres movimientos algo desiguales en interpretación y sonoridad, desde el primer Vivace que me resultó poco claro, mejor el Arioso: Andantino y finalmente el Rondó: Allegro donde los músicos de cuerda ya parecieron calentar y lograr un resultado honesto para esta obra neoclásica que quiere rendir culto a Bach.
Seguiría el Andante para orquesta de cuerda, Op. 50 bis (Prokófiev), arreglo del propio autor de ese movimiento en el Cuarteto nº 1 en Si m., Op. 50. Siempre me gustan los movimientos lentos y reconozco el romanticismo de esta página llevada del cuarteto a la orquesta de cuerda que demostró los años que llevan tocando juntos, pero detecté algo desafinados a los cellos y falta de tensión para esta obra del segundo ruso de la tarde.
La parte festiva, con los mismos protagonistas, nos la presentó bien envuelta el propio director con sus sencillos arreglos de tres temas tradicionales irlandeses donde la trompeta sustituye a la voz y el piano apenas esboza armonías académicas, música ligera que puede estar bien como fondo de un documental sobre la "hermana mayor de Asturias", y que también se ha hecho aquí a partir de temas de nuestro folklore, recomendando las tres entregas del "Asturias de mis amores" producidas por Juan Taboada donde participan no sólo artistas asturianos sino los propios Virtuosos de Moscú, del que también se incluyó alguna en la Antología publicada por LNE, seleccionada por el propio Juan, y en un nuevo intento, no sé si incluirlo en los llamados musicalmente "Nacionalismos", de llevar al campo clásico los temas del pueblo.
Supongo que ésta es la idea de Barry Douglas, seleccionando tres temas: "Carrickfergus", "My Lagan Love" y "Danny Boy", más en la onda "New Age" que en la esperada para unos conciertos del Auditorio o como esta vez Jornadas de Piano, pero que siempre son agradecidos, y donde la trompetista "cantó" las melodías sin esfuerzo. Seguramente con una Uilleann pipe (gaita irlandesa) el resultado hubiese sido aún mejor y más folclórico. Como decía al descanso un amigo mío, si la señorita fuese una instrumentista más de orquesta y no tan "bien vestida", puede que pasase casi inadvertida, pero el marketing lleva tiempo instalado en la llamada música culta.