Russian Red: "Los karaokes son lugares especiales con un punto terapéutico"

Por David Gallardo @mercadeopop
Tres años después de su anterior entrega y ya asentada definitivamente en Los Angeles, ciudad a la que se mudó en 2013, Russian Red (Lourdes Hernández González, Madrid, 1985) está de vuelta con un cuarto disco que, en lugar de nuevas canciones, propone un puñado de versiones de esas que de un tiempo a esta parte tanto le gusta cantar en su karaoke favorito de la urbe californiana.
Este álbum surge, por tanto, de sus reiteradas visitas, en grupo o en solitario, al Smog Cutters, un dive bar con karaoke en el barrio de Filipino Town. "En Los Angeles, ir de karaoke se convirtió en algo muy significativo, aunque en España no lo hacía casi nunca", explica a Mercadeo Pop la artista madrileña.
Y añade: "Me dio arraigo, no sé por qué, resonó en mi de alguna manera y necesitaba irme de karaoke. Así, empecé a tener unas canciones que vivía especialmente cuando las cantaba, y tanto las canté que las quise versionar y grabarlas. Además, en mi repertorio siempre he metido versiones porque me gusta y porque son referencias que una tiene".
Asimismo, defiende que siempre ha tenido "predilección" por cantar sus canciones favoritas, algo que empezó a hacer cuando aprendió "a tocar la guitarra y todavía no sabía que llevaba canciones dentro" de ella para hacer discos. "Pero el proceso de este disco lo inicié sin saber muy bien donde iba a llegar", apostilla.
"Pensé en un disco de versiones, pero no fue hasta que pasó un tiempo cuando me di cuenta de que el karaoke había tenido tanta importancia. Entonces fue cuando comencé a ver que todas esas canciones las versionaba porque el karaoke se convirtió casi en una experiencia religiosa para mí. Y todo cobró sentido", reflexiona.
Por eso, recalca que a partir de ese instante el karaoke "adquirió un significado más allá". "Cantar me lo tomo siempre en serio y cuando pido una canción y espero a que digan mi nombre, me pongo nerviosa. No deja de imponerme el hecho de ponerme delante de la gente en un karaoke aunque haya dado conciertos y hecho giras", señala.

La cita con Lourdes es en un famoso karaoke de la calle Huertas, en el centro de Madrid, lo cual propicia las comparaciones con aquel de Filipino Town en el que empezó todo. "Un karaoke enano", rememora, para acto seguido mirar fijamente a la barra y recordar que en su refugio de Los Angeles "la gente normalmente está apoyada en su correspondiente barra sin necesariamente mirar a los que cantan".
"Me gustaba ver la reacción y había días que cantaban conmigo, otros que me ignoraban, otros que me felicitaban al terminar... me gustaba comprobar qué tipo de día era cada uno. El ambiente allí es increíble, con señores filipinos y coreanos que de repente cantaban temazos de Neil Young o Neil Diamond", continúa relatando entusiasmada.
Más allá de la anécdota, encuentra una explicación a su atracción al constatar que en aquel local descubrió "hasta una forma de conectar con América a través de la idea de la inmigración y la identidad". "En el karaoke al final estábamos muy juntos, procediendo de países diferentes, cantando nuestras canciones favoritas sin esperar nada a cambio más allá de compartir el momento", resalta.
"Es que en los karaokes sale lo mejor y lo peor de cada persona, totalmente. Son lugares especiales, con un punto terapéutico", resume, para acto seguido plantear que "de repente ves que uno sale y se libera, pero también hay gente que sale muy lanzada y termina siendo un momento desastroso y vergonzoso".

En total son ocho las versiones que incluye este álbum, titulado genérica y lógicamente 'Karaoke'. Temas tan propicios como Shout (Tears For Fears), Do You Really Want To Hurt Me (Culture Club), I Want To Break Free (Queen), All That She Wants (Ace Of Base), I'll Stand By You (Pretenders), It's a Heartache (Bonnie Tyler), Take My Breath Away (Berlin) y Don't You Want Me (The Human League).
"Todas las canciones son bastante guays", subraya entre risas Lourdes, quien además admite la orientación mayoritariamente ochentera, salvo las excepciones concretas de Ace of Base y la escogida de Pretenders. "Se han quedado fuera Maria de Blondie y I want to know what love is de Foreigner", desvela.
Comentario aparte merece su reinterpretación de I want to break free de Queen: "De pequeña, un verano hice un baile con mis amigas de esta canción. Hay mucho de recuperar esas vivencias particulares, con esa imagen de estar bailando en mi pueblo. El resultado ha gustado y ha horrorizado, eso me encanta, se hacen las cosas para generar una reacción y una emoción. Queen es mucho, pero hay que permitirse las cosas siempre que sean de verdad".
El resultado global del álbum, de apenas media hora de duración, es un compendio de canciones algunas más electrónicas, otras más de piano, también con puntos psicodélicos y atmosféricos. "Es como Fuerteventura evolucionado. Ese es mi disco propio favorito. Creo mucho en los ciclos vitales y en cómo estamos conectados al universo. Aquel fue un momento en el que estaba muy conectada y por eso pasaron tantas cosas especiales", rememora, conectando su presente y futuro a corto plazo con su pretérito más feliz. De ahí saldrán sus siguientes pasos.
ENTREVISTA PUBLICADA ORIGINALMENTE POR David Gallardo EN EUROPA PRESS.