Ruta Cantábrica (2ª parte). Tierra vasca

Por José Juan Martínez Bueso @JoseJuanMBueso

San Sebastián de aires imperiales, es una ciudad cruzada de la ría vivificante, se diría un ambiente de balneario internacional a cuyo costado ha crecido la vida en un animado discurrir de casinos y palacios, ideal descanso para un notario. La playa de la Concha, haciendo honor a su nombre, es una recoleta bahía, amparada en toda su extensión por la misma ciudad, que acuna en sus brazos su dulce sueño, haciendo cercana toda realidad.

Ostentosas avenidas y gratos jardines pueblan Bilbao alegrando sus burgueses barrios entre rubenianos y un industrial art-decó, descollando el Guggenheim como un metálico velero en la ría donde se refleja el nervio de una ciudad siempre atareada y dinámica.

El Guggenheim se integra en la ría flanqueada de esculturas y es templo del arte contemporáneo en tres plantas funcionales. Impertérrita sale al paso del visitante la instalación de Richard Serra en espirales gigantes es un laberinto existencial.

Vecinos a la costa vasca, los populosos barrios del muelle ponen una nota de color en la tarde cántabra de Castro Urdiales, presidida por su adusta iglesia y su castillo que dominan toda la bahía, guardando el sueño de la vida marinera. Fragor de gaviotas y vieja música de acordeón.