Ruta circular en torno a la sierra de Caranga

Por Asturiasparadisfrutar @paraisoasturias
Aunque la abrupta cordillera no lo ha puesto nada fácil, los habitantes de estos parajes han sabido aprovechar las escasas puertas que la orografía ha dejado abiertas entre las escarpadas montañas. Una de esas zonas de comunicación se encuentra en el puerto de Ventana. Por allí pasaba un camino real que comunicaba las tierras leonesas con el centro de la región tras recorrer el valle de Quirós y adentrarse en el territorio de Proaza por la collada de Aciera, único paso transitable entre estos vecinos concejos hasta que en 1864 se abrió una nueva vía de comunicación por el desfiladero de Peñas Xuntas, siguiendo el cauce del río Trubia.
Pues bien, gracias a la coexistencia de estas dos vías, podemos realizar una preciosa ruta circular alrededor de la espectacular sierra de Caranga: utilizamos el antiguo camino real que, atravesando la collada de Aciera, la bordea por su parte oriental y recorremos un tramo de la antigua línea del Ferrocarril Minero de Quirós (convertida hoy en la Senda del Oso) para orillar su parte occidental.
Características
  • Tipo: circular
  • Dificultad: ▲▲▲▲▲
  • Itinerario: Aciera - collada de Aciera - Villamejín - Proaza - embalse de Valdemurio - Aciera
  • Señalización: sin pérdida
  • Desnivel: 260 m (subida); 370 m (bajada)
  • Distancia: alrededor de 15 kilómetros
  • Duración: cinco horas / cinco horas y media

Situación y distancias

Distancias por carretera a Bárzana, capital del concejo de Quirós,
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Cómo llegar al punto de partida

Iniciamos nuesta andadura en Aciera, localidad a la que accederemos por un desvío existente en las proximidades del embalse de Valdemurio. Situada a media ladera, cubiertas sus espaldas por la sierra de Caranga y con la vista puesta en el valle de Quirós, cuenta con un caserío agrupado en el que destacan algunos bien conservados hórreos. Una vez estacionado el vehículo, no tardaremos en encontral un panel con información sobre la ruta que nos conducirá a la collada.
Poco después de haber iniciado nuestra caminata alcanzaremos un cruce. El camino qeu se abre al frente conduce hasta Perueño y la zona de escalada de El Llano; tomamos el que gira a la derecha: un sendero de piedra en el cual encontramos algunos tramos con bastante barro. El ascenso es sosegado pero continuo. Atravesamos una portilla y desde el borde del sendero aprovechamos para contemplar el embalse de Valdemurio.

A nuestra derecha, la pétrea presencia de la sierra de Tene; a la izquierda, la de Caranga. que tendremos siempre presente a lo largo del recorrido.
Tras atravesar una zona arbolada con varias cabañas, algunas de las cuales se encuentran en proceso de restauración, el camino se despeja dejando al descubierto, a nuestra espalda, una preciosa panorámica del valle de Quirós, con la silueta de Peña Rueda destacando al fondo.

No tardamos en alcanzar la collada, el punto más alto de nuestro recorrido y, como qeuda dicho, secular zona de comunicación entre las tierras de Quirós y las de Proaza. De las primeras ya llevamos un tiempo disfrutando; de las segundas, enseguida, nada más que echemos la vista al valle que, allá abajo, recorre el río Trubia.

Comenzamos el descenso por ancho y hormigonado camino. Cuando ya llevamos un buen tramo de bajada, nos encontramos con unas cabañas.
Estamos en la zona conocida como Llindelafaya o Llinde la Faya, lugar donde antiguamente se localizaban varias cuadras, una leprosería y una ermita. Sobre sus ruinas han surgido las edificaciones para uso ganadero que ahora contemplamos.
Seguimos descendiendo hasta llegar a Villamejín, donde tendremos que realizar una nueva parada, pues conserva varias casonas de los siglos XVII y XVIII que bien merecen una visita.

Los dos kilómetros que nos separan de Proaza los caminamos por la carretera que comunica ambas localidades. Accedemos a la capital del concejo del mismo nombre por las inmediaciones de la central hiroeléctrica construida en los años sesenta del pasado siglo a partir de un diseño del arquitecto Vaquero Palacios. Cerca del lugar, en una desviación bien indicada que se abre a la izquierda, se encuentra el inicio del tramo de la Senda del Oso que nos conducirá hasta el embalse de Valdemurio.

Toca ahora disfrutar de los cerca de ocho kilómetros de la antigua caja del ferrocarril minero convertido actualmente en sendero. Acompañados por su continuo runrunear, avanzamos por las estrechuras que utiliza el Trubia en su descenso.
Hay tramos en los que no queda más remedio que hacerlo atravesando los túneles horadados en las verticales rocas de la sierra de Caranga. En algunos casos, como en el desfiladero de Peñas Xuntas, casi sin espacio para nada más.
Tras un último encajonamiento, ya en tierras quirosanas, el espacio se ensaña: hemos llegado a las inmediaciones del embalse.
Lo bordeamos hasta encontrarnos con la desviación a Aciera. Resta ahora una subida de unos setecientos metros y habremos completado esta preciosa ruta circular. Un placer.
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