Foto: MiPaco
"Llegaron enseguida al Pepe Pasión, cruzando la plaza. Sobre la fachada de la Iglesia Magistral se proyectaban textos del Quijote en caracteres barrocos. Maica se sintió aliviada al comprobar que el local estaba abarrotado y ello haría difícil la conversación, dándole margen para elaborar una excusa convincente. Por nada del mundo deseaba que ellos supieran el motivo del altercado, eso la dejaría en evidencia.
En la pantalla, el grupo Dinarama, con una Alaska galáctica de cráneo medio rapado, interpretaba su gran éxito Ni tú ni nadie, lo que hacía muy complicado mantener los pies anclados al suelo, aunque el resto del cuerpo solo pudiera oscilar rítmicamente varado en la apretura. Dani se ofreció a traer bebidas, y le encargaron dos cervezas. En cuanto se alejó, Roberto, obligado por el ruido casi a gritar, no esperó más para interrogar a Maica.
―Bueno, ahora dime qué ha pasado.
Ella lo miró inexpresiva; advirtió su impaciencia, pero aún no sabía qué contar. Tartamudeó algo que él juzgó inverosímil. Las aclaraciones lo empeoraron y en el intercambio de frases confirmó que su galán estaba interesado en su amiga. Eso la enfureció, y Roberto amenazó con irse.
Los camareros iban de un lado a otro de la barra con presteza, mientras Dani aguardaba que le sirvieran las bebidas que había pedido. En cuanto se tomara la cerveza se despediría con alguna excusa. “Al fin y al cabo, estos preferirán no llevarme de cesta”. Tenía claro que su presencia solo fue requerida para acompañar a Liena. Además, si la tal seguía pululando por ahí, con un poco de suerte hasta podría encontrarla. Regresó con las bebidas, esquivando a los danzantes con la soltura propia de un barman. Encontró a Maica sola.
―¿Se ha ido? ―Ella fingió despreocupación y se encogió de hombros.
―Tocamos a cerveza y media ―contestó, arrebatándole uno de los vasos.
―Bueno… ¿y qué hacemos?
Notó que ella lo miraba de otro modo, como si lo estuviera acechando tras un escaparate; su aparente indolencia no lo engañaba, captó su desesperación. No fue capaz de dejarla así. Se imaginó a la chica de los ojos verdes caminando sola entre la gente, y esbozó una mueca resignada. Su vecina acabó la cerveza y le cambió el vaso vacío por el otro lleno destinado a Roberto, insinuándose, mareando las caderas al bailar, pegándose a su cuerpo.
―Da igual… ―dijo rozándole el cuello con los labios―. Ellos se lo pierden… Lo pasaremos mejor nosotros solos.".
Beatricia (Mariaje López) M.A.R. Editor