El general que mayor gloria dio a la antigua Roma vivió en Hispania algunos de los episodios más trascendentales de su apasionante biografía. Justo o tirano, el hombre que pudo reinar y sentó las bases del posterior Imperio comenzó a labrar su fulgurante carrera militar y política en territorio de la península ibérica. El viaje de Julio César por Hispania comienza en el año 69 a.C. en la provincia Ulterior (Lusitania y el sur de España)
Julio César mantenía buenas relaciones con los cónsules de Roma por aquel entonces, Pompeyo y Craso, quienes aspiraban a reintegrar el poder a los tribunos de la plebe. De esta manera, César fue escogido cuestor (juez y recaudador de impuestos) en los comicios del año 70 a.C. A principios del verano del 69 a.C. partió hacia provincia de Hispania Ulterior, bajo las órdenes del gobernador Antistio Veto.
Teatro romano de Gades, la actual Cádiz./Kordas
En aquel momento, había cuatro grandes ciudades en dicha provincia romana: Gades, Corduba, Hispalis y Astigi (la actual Écija) Como cuestor, y aparte de impartir justicia, César tenía la obligación de llevar las cuentas de la provincia. Desarrolló estos menesteres con eficacia, pero sus responsabilidades quedaron pequeñas para su ambición, y un año después abandonó la provincia a petición propia.
Durante su etapa de cuestor en Hispania, sucedió uno de los hechos más inspiradores de la trayectoria de Julio César. Cuando acudió a Gades quedó tan impresionado por una estatua dedicada a Alejandro Magno en el Templo de Hércules, situado en la isla de Sanct Petri, junto a San Fernando, que, ante su círculo más íntimo se lamentó de que con la misma edad que el general macedonio, él, sin embargo, no había conquistado nada.
Julio César prosiguió su carrera política en Roma en la que fue edil curul, pontífice máximo y pretor (año 62 a.C.) Pero echaba de menos Hispania, a la que regresó en el 61 a.C., pero esta vez revestido de la máxima autoridad, como gobernador o propretor. Esta etapa de su vida, que se prolongaría casi dos años, resultó fructífera. En el plano militar inició una campaña contra los lusitanos, a quienes obligó a abandonar la zona de la Serra da Estela (Portugal), y realizó otra incursión en el territorio de los vetones, en la cuenca del río Duero.
Estatua de Julio César en el Museo del Louvre./Marie-Lan Nguyen
Tras llegar a las puertas del territorio galaico, en las costas de Brigantium (Betanzos), sometió sin apenas resistencia a sus habitantes. Junto a estas expediciones, Julio César se desenvolvió bien como gobernador, suprimió los sacrificios rituales y se granjeó el apoyo de los indígenas gracias a sus políticas fiscales e inversiones públicas, que sobre todo se dejaron notar en Gades. En muchos aspectos Gades seguía siendo una ciudad fenicia, pero gracias a César la urbe se romanizó.
De regreso a Roma en el verano del 60 a.C. César constituyó el primer triunvirato junto con Pompeyo y Craso. La muerte de este último en una expedición contra los partos confrontó a César y Pompeyo en la Segunda Guerra Civil que iba a vivir la República romana. Hispania, cómo no, fue uno de los escenarios de aquella contienda. La primera gran batalla tuvo lugar en Ilerda (Lérida). La balanza se declinó de lado cesariano a finales del año 49 a.C.
No obstante, César sufrió algunos reveses, como el amotinamiento de las tropas de Plasencia (Cáceres) que habían comenzado a saquear toda la región, noticia que le llegó con la comunicación de que en Roma había sido nombrado dictador a propuesta del pretor M. Emilio Lépido. Pero ni siquiera la muerte de Pompeyo tras la batalla de Farsalia que le dejó expedito el camino hacia Roma puso fin a la guerra civil. Los partidarios de Pompeyo conservaban intactas sus posiciones en muchos puntos de Hispania.
La batalla de Munda, al parecer, acaeció en la actual Montilla.
De nuevo, la península ibérica se reveló decisiva en la vida de Julio César. No en vano, la batalla de Munda, el 17 de marzo del año 45 a.C. fue la última de aquella contienda y acabó con las aspiraciones de los pompeyanos supervivientes, los hijos del Grande, Cneo y Sexto. La victoria sin paliativos de César, tan solo un año antes de su asesinato en los Idus de Marzo, resultó determinante para su carrera política y le permitió regresar a Roma para ser investido como dictador perpetuo. La mayoría de historiadores sitúan Munda en la actual Montilla cordobesa.
El viajero aficionado a la historia tiene la oportunidad de revivir la ruta por los lugares de nuestra tierra que a Julio César más le marcaron como estadista. Tanto para viajar por el sur de la península ibérica como por otros puntos de la geografía española, hará bien en reservar alojamiento, ya que la aventura requiere algunos días de excursiones varias. Y para ello puede consultar diferentes webs que ofrecen hoteles a precios muy interesantes para descansar.
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La Bética romana.