En libertad, el ganado se desplaza continuamente en busca de mejores pastos. Surge así la costumbre de las migraciones semestrales. La verdadera causa que obligaba a la migración ganadera, se apoyaba en los rudos contrastes topográficos y climáticos que hacían necesario el cambio semestral de los rebaños.
En 1273, Alfonso X El Sabio reunió a todos los pastores en Castilla, en una asociación nacional y les dio una carta de privilegio designándoles con el nombre de "Honrado Concejo de la Mesta de Pastores".
Fue la Institución, que agrupo a los ganaderos trashumantes y constituyó una de las principales fuentes de riqueza del reino, haciendo posible, hasta la Edad Moderna, el desarrollo de un potente mercado lanero de resonancias internacionales.
Son los Reyes Católicos los que completan el edificio jurídico-institucional de la Mesta, dichos privilegios se encuentran recogidos en la Recopilación de Leyes de la Mesta de 1492, obra del legislador Malpartida. Otras obras son la Recopilación de 1511 y el Cuaderno de la Mesta, de 1731, último código mesteño.
El principal de todos los privilegios de pasto era el de posesión otorgado, consistía en que el propietario de una dehesa o zona de pasto no podía desahuciar, des- poseer, a un ganadero mesteño que hubiera arrendado dicha dehesa o pastizal.
Sin embargo, y a causa de sus privilegios, la Mesta ha pasado a la historia como una institución arcaizante, de reminiscencias feudales, arrasadora de cultivos, empobrecedora de tierras y gentes. Pero pocas cosas se han dicho de las aportaciones singulares y novedosas de la cultura mesteña a la convivencia y al desarrollo de la vida social: la democracia en las decisiones, al igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, la protección de los animales frente a los malos tratos, la aplicación de normas sanitarias para los animales y el funcionamiento riguroso y estricto de un funcionariado.
La preparación de los rebaños en las sierras para marchar a los agostaderos invernales empezaba a mediados de septiembre. El rebaño de ovejas, caballos, vacas y cerdos, reunidos en grupo, de un propietario, se llamaba una cabaña. Cada cabaña estaba, bajo el mando de un mayoral, dividida en rebaños de unas mil cabezas cada uno. Los perros eran cuidados con especial esmero, asignándoseles la misma comida que a los pastores. Todo daño provocado a los perros se multaba con una pena de cinco ovejas en adelante.
Cuando los rebaños emprendían la marcha, iban encabezados por los "moruecos" y las ovejas parideras. Al pasar por los caminos andaban los rebaños de veintiocho a treinta y tres kilómetros diarios, pero en campo abierto la marcha no pasaba de los 11 kilómetros, por- que iban comiendo. La partida comenzaba a media- dos de abril y unas veces los rebaños se esquilaban en mitad del recorrido o al llegar a los agostaderos. Al llegar a los pastos, de primavera o invierno, la primera ocupación consistía en la reparación de los chozos que iban a servir de refugio a los pastores. Estas edificaciones eran de techumbres de ramas, o de piedra, y de forma cónica, y se ubicaban en zonas denominadas "majadas", lugares donde se concentraba el ganado para pasar la noche.
Estos desplazamientos se realizaban, y aún se realizan en algunas zonas, a través de una extensa red cañariega que se compone de las vías pecuarias propiamente.
Las cañadas son los caminos destinados al tránsito de ganado. Estos caminos se conocieron bajo diversos nombres: "cabañeras" en Aragón, "las carreadas" en Cataluña los "azores reales" en Valencia y "cañadas" en Castilla.
En realidad, estas cañadas no eran más que el trozo de camino lindante con tierras cultivadas, pues el camino que cruzaba por terreno libre no se acotaba, ni se designaba de modo especial. Sin embargo, el uso popular denominó cañada a cualquiera de los caminos tomados por las ovejas al emigrar desde las sierras a los extremos.
El concepto de vía pecuaria, al igual que todos los sistemas de caminos, encierra una estructura organizativa en función de su anchura, la cual obedece a la mayor o menor importancia de la vía pecuaria. Así las Cañadas son los caminos que canalizan los mayores contingentes de ganado, mientras que las vías pecuarias menores como Cordeles, Veredas y Coladas, sirven de ejes distribuidores de los hatos ganaderos hacia los pastizales. En este sentido las Cañadas presentan una anchura legal de 75 metros, los Cordeles de 37,5 metros, las Veredas 20 metros y las Coladas una anchura variable según la importancia de paso.
Además de la Vía Pecuaria propiamente dicha, existe un conjunto de elementos adicionales que complementaban y asistían a la red de Vías Pecuarias, como son los Descansaderos, destinado al reposo de animales y pastores, los Abrevaderos que eran pilones, arroyos o remansos de ríos donde el ganado bebía, los Cortaderos eran pasos estrechos en los que se podían contar fácilmente las cabezas de ganado,los Portazgos reales que eran los lugares en los que se cobraban los impuestos a la corona y las Majadas. Otros elementos eran la casa de esquileo, lavaderos de lana, ermitas mes- teñas, chozos de pastores, etc.En definitiva elementos patrimoniales integrados en el entorno y que configuran un paisaje único en consonancia con el medio natural y rural.
La Comarca de los Montes de Toledo ha sido durante siglos una de las principales zonas de la Trashumancia en España. Su historia es muy amplia y va unida a la historia de la Mesta desde su creación por Alfonso X en el año 1.273.
Destacan cinco Cañadas Reales que discurren por la Comarca de los Montes de Toledo, estas son:
La Cañada Real Segoviana, que pasa por los términos de San Martín de Montalbán, Menasalbas y San Pablo de los Montes.
La Cañada Real de las Merinas, que trascurre por Ajofrín, Sonseca, Orgaz y Los Yébenes.
La Cañada Real de Sevilla, pasa por Villaminaya, Orgaz, Los Yébenes y Consuegra, hasta enlazar ya en el término de los Yébenes con la Cañada Real de Las Merinas.
La Cañada Real Soriana, que pasa por Consuegra y Urda.
La Cañada Real de Las Sierras de Mora, pasando por los términos de Mora y Manzaneque.
De especial mención son la infinidad de Cordeles, Veredas y Coladas que transcurren por toda la comarca.
Las cañadas o vías pecuarias por donde tránsito durante siglos el ganado trashumante continúan siendo hoy un bien comunal que si bien respondieron a un estilo de vida que hoy parece quedar para el recuerdo, por ser bienes imprescriptibles, no se las puede enajenar salvo en lo dispuesto por la Ley, es decir, no pueden desaparecer.
No obstante, en España se calcula que un veinte por ciento de las vías pecuarias han sido usurpadas e invadidas.
Estos caminos públicos deben reservarse para uso agrícola y ganadero y para actividades respetuosas con el medio ambiente y la naturaleza.
http://www.montesdetoledo.net/es/descubre/turismo-cultural/rutas-hist%C3%B3ricas/trashumancia