Agua, agua y más agua. Presente todo el camino. Parece mentira que el líquido inodoro, incoloro e insípido por excelencia, se pueda percibir con tanta claridad y por todos los sentidos. Entra por la vista, zumba en los oídos, huele fresquito y, a ratos, salpica refrescando la piel. Estamos en la ruta de las Nogaledas, en Navaconcejo, en mitad de un Valle del Jerte bañado por las flores de los cerezos.
La ruta circular SL-CC 33 empieza en Navaconcejo. Atravesamos el puente de piedra sobre el Jerte y giramos a mano derecha. Justo al comienzo hay un aparcamiento.
El camino sube durante unos dos kilómetros, entre robles y castaños por la izquierda de la Garganta de las Nogaledas y va descubriendo cascadas de varios metros que se zambullen en las pozas. A ratos, el sendero se abre al valle y deja ver un paisaje espectacular, en esta época, lleno de cerezos en flor.
¿Extremadura o las cataratas Victoria? ;)
¿Iguazú o las Nogaledas? :p
La ruta circular, de unos 4 kilómetros, dura una hora y media aproximadamente. La primera parte, de subida, es la más durilla, pero si se adapta el ritmo, la puede hacer todo el mundo. Se empieza con un ascenso de dos kilómetros que va descubriendo los saltos de agua de las Nogaledas. Cuando se llega a una carretera asfaltada, se puede optar por volver al pueblo a través de pistas (la ruta convencional) o continuar subiendo en busca de la última cascada. Esta última alternativa alarga la ruta un buen rato más, pero merece la pena. Aunque es más empinada, el camino sigue siendo asequible.
Salpicada de agua fresquita
Y esta es la última cascada de acceso fácil
En ambos casos, el descenso es bastante más rápido que la subida y el paisaje, ya mucho más abierto, va enseñándonos todo el valle plagado de cerezos.
El valle lleno de cerezos
Las flores del cerezo
Un único pero. Los fines de semana que coinciden con el cerezo en flor, el Jerte -sobre todo las zonas más accesibles y los pueblos situados en la N-110-, parece la M30 en hora punta. Si vais buscando tranquilidad es mejor ir entre semana o en otra época. Lo bueno de la primavera es que la garganta baja saturada de agua y es impresionante ver unos saltos que parecen más propios de otros lugares del mundo que de esta zona. Aunque es lo siempre: Extremadura no deja de sorprender.
Qué llevar: ropa cómoda, crema solar, calzado adecuado para el senderismo, agua y la cámara de fotos. La ruta está perfectamente señalizada, es imposible perderse.