Lo primero ubicaremos los Lagos de Covadonga. Para ello nos tenemos que desplazar al Principado de Asturias. Los lagos se encuentran ubicados en los Picos de Europa. Para acceder a ellos dependerá de la época en la que los visitéis, alta o baja. Nosotros lo hemos hecho de ambas maneras.
Si vais en temporada alta (verano, puentes, Semana Santa) el acceso se tiene que realizar obligatoriamente en un autocar. A no ser que lleguéis antes de las 8:30 de la mañana, en ese caso podríais hacerlo en vuestro coche. La primera vez que nosotros fuimos juntos, a pesar de ser verano, aún no se había habilitado este servicio. La última vez que hemos ido, lo hicimos en el puente de octubre y ya lo tuvimos que utilizar. El autobús sale de Cangas de Onís (un lugar que bien merece una visita) y tiene 7 paradas hasta el aparcamiento de Buferrera (destino final). El precio por persona (ida y vuelta) es de 8 euros (en 2015). Los autobuses salían cada 10-15 minutos de la estación de autobuses de Cangas. El coche se estaciona en el aparcamiento que hay enfrente de la estación y tiene un precio de 2 euros día.
La duración del trayecto en autobús depende un poco de las paradas que haga en el camino, es decir, si se llena en Cangas ya no pararía en las paradas intermedias, nuestro caso. En el trayecto hay una parada de interés que es la del Santuario de Covadonga (del que os hablaremos en otra ocasión y que también merece una visita). Puedes bajar, si lo deseas, y luego volver a subir para ir a los lagos, o bien hacerlo a la inversa, por el mismo precio. Al Santuario se puede ir con el coche propio, no es obligatorio hacerlo en autocar. Nosotros en esta ocasión no paramos por haber estado previamente en un par de ocasiones. El día pretendía dedicarse íntegramente a los Lagos de Covadonga (Enol y Ercina). El servicio es muy cómodo y funciona bien.
Los que habéis ido ya con vuestro coche conocéis como es la carretera de acceso a los lagos, los que estáis pensando en ir, seguro que ya alguien os habrá hablado de ella, curvas, y curvas que ascienden por una montaña llena de “vacas montesas” que pastan a sus anchas. Nosotros hemos subido con nuestro vehículo en dos ocasiones, una el verano en el que aún no había restricciones y os aseguramos que benditas restricciones en temporada alta, porque esos eran atascos infinitos, no sentías ni las curvas de la lentitud con la que avanzabas. Y luego hemos subido fuera de temporada, cuando no lo hacía prácticamente nadie.
En aquella ocasión fue cuando ocurrió una de nuestras experiencias. Principios de noviembre, “el que no escribe” y yo disfrutamos de un puente local en Asturias. Nos sorprende un clima excepcional. Comemos el día que llegamos en Cudillero en una terraza del puerto, hace calor y sol. Al día siguiente vamos en dirección a los Lagos. Cuando estamos en el Santuario de Covadonga nos acompaña un sol precioso y comenzamos a subir por la carretera de montaña, desde allí, unos 12 km. Según vamos subiendo por la serpenteante y a ratos vertiginosa carretera, el cielo se va nublando, cae una gota, caen dos, caen tres y una de ellas parece hielo… Cinco minutos después caen copos, 7 minutos después caen muchos copos y baja la niebla, y 10 después el paisaje se ha teñido de blanco junto con el asfalto de la carretera.
El camino no permite hacer un cambio de sentido, así que seguimos subiendo esperando, una de dos, o que pare, o que aparezca pronto el Lago Enol, que es el primero que te encuentras. Pero cuando llegamos arriba, a parte de no verse nada, la nieve sube ya tres dedos sobre el suelo y el asfalto. Nos hacemos una foto de “yo estuve allí y espero sobrevivir para contarlo” La nieve no para y decidimos bajar por donde hemos venido.
Arriba había un autobús turístico que hace lo mismo, va por delante de nosotros y en una de las primeras curvas vemos cómo se va, por suerte, contra la piedra y no contra la ladera. Máxima tensión, hielo inmediato, niebla… Bajamos con tensión, y en unos 6 km, en el Mirador de la Reina que encontraréis en el camino, lucía un sol espléndido y ni un resto blanco en el paisaje ¿Os podéis creer que tras esta tensión, aquí “el que no escribe” me dice que si intentamos volver a subir? ¡Si acabábamos de bajar patinando!… Hombres…
Lo que os queremos decir es que el tiempo es muy cambiante, que es fácil subir con niebla y que arriba se despeje, que es fácil subir despejado y que arriba no se vea nada, que podéis subir con sol y caiga el diluvio, o que den lluvias y salga el sol. Que puede estar templado y ponerse a nevar y, si nieva más abajo, nevará arriba. Que en el mismo día os puede pasar un poco de todo. Así es la montaña...
Y ahora vamos al tema, la ruta que hemos hecho y nos ha encantado es de nivel sencillo, accesible para hacer con niños (no con carro), teniendo en cuenta que en algunos tramos hay que hacer un poco la cabrilla montesa, pero vimos a niños encantados. Para hacerla tenéis que seguir el sendero PRPN-E2 (balizas amarillas y blancas). Sobre la distancia del mismo hay diferentes datos. Nosotros pusimos el GPS en marcha y, en total, teniendo en cuenta que el aparatito cuenta cada paso que damos para hacer fotos, que además introdujimos alguna variante que os comentaremos, recorrimos 10 km, aunque la ruta sobre papel leímos que son unos 6 km, pero nosotros introdujimos el Mirador de Entrelagos y el Mirador del Príncipe, más todos los pasos que sumamos haciendo fotografías y desviándonos un poco del camino.
Hay una ruta más corta, la PRPN- E1. Ambas empiezan en el aparcamiento de Buferrera. La 1, es de unos 3 km, está señalizada y transcurre principalmente por un camino empedrado. Te lleva al lago Ercina y desde él subes al Mirador Entrelagos (desde donde se ven los dos lagos), desciendes desde allí al lago Enol y ya de vuelta al parking por abajo. La ruta 2 es más larga y tiene variantes. Ésta no incluiría el mirador, pero desde cualquiera de los dos lagos (por los que pasa la ruta) se puede subir al mirador (que es lo que hicimos nosotros).
Desde el aparcamiento, está señalizado el comienzo de las rutas, todas empiezan con una ligera subida desde donde vas contemplando unas imágenes estupendas de los Picos de Europa. Si os apetece, tras la primera subida, podéis desviaros al mirador que divisaréis en el ascenso. El Mirador del Príncipe.
No os asustéis con la primera subida, igual recién arrancados pesa un poquito pero solo es por estar calentando. La ruta no tiene un desnivel importante, aunque sí, será en varias ocasiones, subida y bajada.
Nos desviamos al Mirador del Príncipe para volver, posteriormente a la senda por la que veníamos y seguir las indicaciones, blancas y amarillas, que marcan la PRPN-E2.
Se trata de la Mina de Buferrera. Esta zona de la ruta transcurre por un paisaje pintoresco, fruto de las labores mineras que vivió la zona. Este lugar es el responsable de que se construyera la carretera que lleva hasta los Lagos de Covadonga. De las minas se extraía principalmente manganeso e hierro. En la zona encontraréis paneles informativos.
Justo antes de la mina, encontraréis dos formas de poder continuar la ruta y ambas os llevarán al mismo punto.
Bien podéis pasar por dentro de una antigua galería y llegar a la zona donde se encuentra el monumento al minero, o bien, podéis subir por arriba de la galería sin atravesarla. Nosotros lo hicimos por abajo. Como os decimos nos pareció, muy interesante y nos encantó el paisaje en esta zona.
Continuamos siguiendo las indicaciones de la ruta, en algún punto nos alejamos un poco del camino, pero siempre en la misma dirección y, en breve, aparecerá el Lago Ercina ante nuestra vista.
Aquí llega el momento de relajarse, desaparece el camino y, como todos, nos vamos acercando entre las vacas y por el pasto hacia la orilla del precioso lago. Como imaginaréis le dedicamos un buen rato.
En este punto os reconocemos que dejamos de ver las balizas que marcan la ruta de la que os hablamos. Es una vasta explanada y, seguramente, en algún punto habrá una marca, pero no la vimos.
Los que sigáis la ruta más corta, la 1, desde el Lago Ercina se ve arriba el Mirador Entrelagos, vuestra ruta continúa por allí. Los que queráis hacer la ruta 2, que es la que hicimos nosotros, tenéis que continuar por el margen derecho del lago, no os preocupeis que aparecerán en un ratillo las balizas de nuevo. Vosotros disfrutad del paseo por el margen derecho del Lago Ercina.
Continuamos la ruta, vamos bordeando el margen derecho del lago, el paisaje es una chulada. En nuestra visita, no son muchos los que seguían este itinerario, íbamos casi solos, encontramos una pequeña fuente de agua no potable, y continuamos. Cuando casi se acaba el margen del lago, hay que continuar hacia la derecha, aparecerá una señal que indica “Laguna el Bricial” y el nombre de la ruta.
Por allí se inicia un ligero ascenso entre unas rocas que, en cuestión de escasos minutos, os llevará a la Fuente de las Reblagas (indicado con cartel) al lado de una pequeña casa de piedra, desde donde las vistas nos vuelven a encandilar. Un consejo para las rutas circulares, no olvidéis mirar atrás de vez en cuando u os podéis perder paisajes sorprendentes.
Continuamos la ruta. Como hemos comentado, seguimos antes las indicaciones de la Laguna Bricial, el considerado “tercer lago” de los Lagos de Covadonga, pero que sólo en contadas ocasiones tiene agua. En nuestra visita, en su emplazamiento encontramos una verde pradera llena de vacas y caballos, aunque desde la distancia se puede distinguir perfectamente la forma del lago que va y viene. Esta laguna nace como fruto de una cascada en las temporadas de deshielo y fuertes lluvias. En otoño no se suelen dar esas condiciones, pero para compensar la ausencia del agua, nos encontramos un colorido estupendo con las hayas que hay por detrás. La Vega del Bricial resulta ser otra preciosa parte de esta variada ruta.
Pasado este tramo la ruta vuelve a presentar dos oportunidades, o continuar por la Vega, o adentrarse en el Bosque Palomberu, donde se pueden encontrar bastantes hayas (pequeño hayedo). Dadas las fechas de nuestra visita (octubre), pensamos que el hayedo puede ser una buena idea. Así que, en la bifurcación, optamos por este itinerario.
Desde un buen rato atrás la senda transcurre entre piedras, pero no hay desniveles importantes, un poquito arriba, un poquito abajo, pero todo bastante ligero.
Llegamos al hayedo y encontramos rincones mágicos típicos de estos lugares en otoño, con el musgo pegado a los troncos y los tonos aun amarillentos y poco rojizos al estar la estación aún temprana.
En la parte final del hayedo, en algún momento dejamos de ver señalización, pero esta zona está ya muy pegada a la pista, así que, aunque no salimos por el lugar adecuado, en apenas 5 minutos encontramos la pista que lleva hacia el Lago Enol, no sin antes habernos preguntado cómo es posible que sigamos perdiéndonos hasta en las rutas más populares.
Las vistas que se tienen cuando se sale a la pista son inmensas, desde ahí, se gira a la derecha y camina por ella. No nos gustan mucho las pistas, nos suelen aburrir pero reconocemos que, tras llevar un buen rato subiendo y bajando por piedras y pasando por algún barrizal, agradecemos el fácil paseo en ligero ascenso.
Caballos, vacas y una pequeña ermita antes de darnos de bruces con el Lago Enol. Ahora, solo toca bordearlo por el margen izquierdo en el sentido de nuestra marcha.
El Lago Enol, por cierto, está a unos 1.077 metros de altitud y es el más grande ¿Sabéis que en el fondo del lago hay una talla de la Santina? Cada 8 de septiembre, unos buceadores la sacan para realizar una procesión… y es que esa fecha es el día de la Patrona del Principado de Asturias y de los buceadores.
Empezamos con sol, el pronóstico nos decía que a media mañana empezaría a llover, pero la suerte se pone de nuestra parte y siendo ya las 2 de la tarde más o menos no había caído ni una gota, aunque empezaba a amenazar.
Bordeamos el lago, hasta quedar frente al cartel del mismo, donde aquel día de nevada que subimos no se veía absolutamente nada, con la diferencia de que en esta ocasión la imagen era preciosa.
La ruta, en este momento, habría terminado. Pero a nosotros nos queda subir al Mirador Entrelagos, del que os hemos recomendado hacerlo casi mejor desde el otro lado. Decidimos hacerlo en ese momento, antes de comer, a ver si llegamos antes de que empiece a llover.
Para ello, seguimos bordeando el lago y comenzamos la subida zigzagueante, que a esas alturas daba cierto tembleque a mis piernas, ya resentidas por la ruta del día, el hambre, y que veníamos ya trilladitos, ya que el día anterior habíamos estado en los Lagos de Somiedo (de los que os hablaremos).
Desde arriba del Mirador, las vistas son preciosas, con un lago a cada lado uno se puede sentir el Rey del Mundo.
Efecto panorámico
Tras un ratito arriba, comenzamos el descenso de nuevo por donde hemos subido y nos acercamos al pequeño restaurante que hay al lado del Lago Enol, en una cabaña. Nos sentamos en la terraza, nos ponemos los forros polares. Casi las 4 de la tarde, dos bocadillos que son gloria bendita, dos cafés cortados calentitos, y empieza a llover…
Bajan los toldos, y nos quedamos con unos licores viendo como la niebla va y viene y la lluvia colorea de verde más intenso, si cabe, un paisaje que da vida… ¡No tenemos prisa! Escuchar el agua sobre el toldo, oler el prado mojado, ver el lago, antes en calma, como se llena de salpicaduras. No cambiaríamos ese rincón y ese momento por ningún otro… Dejamos que el tiempo pase antes de coger el caminito que en 5 minutos te lleva al autobús que nos devolvería a Cangas.
El paraíso no está tan lejos, ni es tan inaccesible. Con este plan te proponemos pura desconexión… ¿Te animas?
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