Primera ruta “oficial” de la temporada. Hasta Villamantilla nos fuimos unos cuantos compañeros de la oficina para hacernos unos 45 kilómetros en plan tranquilo.
La II Rascaencinas de Villamantilla
El previo
Podéis leer el previo de esta prueba en este post que publiqué la semana pasada.
Tocaba madrugar para estar a las 8:15 en el punto de reunión de la carretera de los pantanos. Allí aparecimos Jorge, Jose Pablo, Román y yo como un clavo para poner rumbo a Villamantilla y encontrarnos con Jaime y su hermano Herme.
La entrega de dorsales comenzaba a las 9:00, así que fuimos a recogerlos y nos tomamos unos cafés en el restaurante Las Meigas. Supongo que el buen tiempo hizo que el caldito caliente brillase por su ausencia (o a lo mejor había que pedirlo en la barra del bar, cosa que no hicimos), pero el caso es que ninguno lo echamos en falta. Con el dorsal nos entregaron una barrita energética de Decathlon.
Después del café fuimos a sacar las bicis de los coches, momento que algunos aprovechamos para ponernos la equipación de verano porque la tempratura estaba subiendo y prometía hacerlo mucho más. Jaime también aprovechó para poner su mochila de hidratación en “modo verano” (no la cerró bien y le tiraba agua)
Román estrenaba media bici, Jorge volvía a rodar una distancia seria después de varios meses de parón… Muchas incógnitas por despejar.
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Unas cuantas risas después ya estábamos en la línea de salida con nuestras bicis y toda la cacharrada a punto, esperando a que diesen el pistoletazo a las 10:30. Como nota cachonda de este previo siempre recordaremos la frase que el “speaker” nos regaló para indicar la ubicación del único punto de avituallamiento:
El avituallamiento estará situado donde lo veáis
Primera parte de la carrera
Nos colocamos en una posición algo adelantada en la salida, lo cual fue un error porque enseguida nos adelantó mucha gente a trompicones. De hecho, Yo me quedé el último de nuestro grupo porque estaba activando el Wahoo y cuando me quise dar cuenta ya había salido medio pelotón
Los primeros tramos de la ruta fueron un poco complicados, pues éramos muchos (dicen que 450 participantes) y resultaba prácticamente imposible rodar sin incidentes. De hecho, a los pocos kilómetros hice honor al nombre de la prueba y me arrimé demasiado a una encina para evitar chocar con el ciclista que iba delante. El resultado fue una camiseta totalmente destrozada en una manga. Gajes del oficio…
Poco más adelante, después de adelantar como buenamente pude, me encontré con un Spiderman negro que me sonaba de algo
De esta primera parte de la ruta decir que estuvo perfectamente señalizada en todo momento. Miembros del Club Ciclista San Bicicleto (de Humanes de Madrid), junto a varios voluntarios y la Guardia Civil hicieron que perderse fuese imposible.
El avituallamiento consistía en fruta y agua mineral. No se si es que llegamos demasiado tarde y se habían terminado otros productos como frutos secos y/o barritas, pero el caso es que sólo había eso. Quizás sólo hubo eso desde un principio…
Después de reunirnos con el resto del grupo decidimos afrontar la segunda parte del recorrido, más larga y exigente.
Jorge, Román y Jose en la II Rascaencinas
Segunda parte
Como he dicho, esta segunda parte era algo más larga que la primera. Al ser opcional no estaba tan vigilada como la anterior.
Nada más empezar esta segunda parte nos separamos en varios grupos de nuevo. Por un lado fueron Jose Pablo y los hermanos Iniesta, mientras que Román, Jorge y yo nos quedamos más atrasados.
Esta segunda vuelta permitió rodar más rápido, ya que hubo varios tramos largos de pista ancha que permitieron meter el plato grande durante un buen rato y subir la media de velocidad. Román y yo aprovechamos para tirar un poco hasta encontrarnos con Jose Pablo, al que alcanzamos en una cuesta. El resto del recorrido transcurrió sin incidencias. El único punto “exótico” fue el vadeo de un arroyo (el arroyo de Fandiño, creo).
El truco final de la organización fue meternos en el pueblo y, cuando todos estábamos pensando que en la esquina siguiente aparecería la meta, sacarnos nuevamente del casco urbano para meternos algún kilometrillo más
Jose, Román y Jose en la II Rascaencinas
El enfriamiento
Al cruzar la meta tocó hacer cola para que nos diesen un refresco y los vales para recoger una camiseta conmemorativa de la marcha y un plato de paella.
Aquí es dónde la organización falló un poco, pues tuvimos que esperar casi una hora y media para que nos sirviesen el plato de paella. Lo mejor es que mientras esperábamos la cola tuvo lugar el sorteo de varias bolsas con material ciclista de los distintos patrocinadores y yo tuve la suerte de ser uno de los afortunados
Después de dar buena cuenta de la paella y de unas cuantas cervezas nos dispusimos a recoger las camisetas, pero para ello tuvimos que desplazarnos hasta el restaurante Las Cuevas (que debía ser el que pagaba las camisetas).
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid nos quedamos a tomar los cafés. Como Jorge y yo nos quedamos con hambre también pedimos unas raciones para comer, pero no debía ser nuestro día de suerte porque 20 minutos después no nos habían servido los cafés. La gente empezó a impacientarse y Herme y Román tuvieron que irse sin tomar los cafés porque tenían prisa. Los demás decidimos esperar un poco más, pero casi 20 minutos después tuvimos que dar nuestro brazo a torcer y abandonar la idea inicial. El pueblo estaba totalmente desbordado con la afluencia de público y los del restaurante no daban abasto para atender a la gente. Una pena acabar así una ruta tan chula y bien organizada.
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Conclusiones de la II Rascaencinas
Recorrido muy bonito y entretenido. No resulta duro, pero todo depende del ritmo que se le quiera imprimir.
La organización del recorrido resultó muy efectiva, no así la del resto del evento: ni restro del caldito caliente al comienzo de la prueba, ni rastro del lavadero para las bicis al terminar, una hora y media de espera para la paella y el incidente con los cafés son indicativos de que la prueba todavía tiene que madurar un poco.
Supongo que el número de participantes ha sido ostensiblemente superior al de la edición anterior. Sólo así se pueden explicar esas largas colas para tomar la paella o unos simples cafés en un restaurante (aunque aquí la culpa no sea de la organización de la marcha).
Todos los del grupo hemos acabado contentos con el desarrollo de la marcha. Los paisajes son muy bonitos y los caminos son fácilmente transitables. Supongo que el próximo año repetiremos si la gente se anima.