Vuelta a la bici tras un parón más largo de lo que me hubiese gustado.
Como Goyo (nuestro gurú de la montaña madrileña junto a Javi) está de vacaciones nos ha tocado improvisar. Y ya se sabe que lo normal en estos casos es back to the basics, así que ayer tocó volver a La Pedriza para hacer Las Zetas. Pero esta vez con algunas novedades: Fernando y Edu se incorporaban al grupo. En el caso de Fernando después de un tiempo (ya hicimos juntos la ruta de Pedrezuela), pero esta vez con montura nueva. Y Edu ha venido para quedarse.
Yo estrenaba eje de pedalier: un Shimano BB70 (XT y SLX)
Subiendo Las Zetas de La Pedriza
Las Zetas de La Pedriza
Como en Madrid estamos en plena ola de calor hubo que adelantar la salida a las 8:15. Siempre que quedamos en La Pedriza solemos salir desde el aparcamiento de La Jarosa, que es el que está en la primera barrera que regula el acceso en coche al parque. Para estar allí hubo que madrugar un poco y salir de casa a las 7:30. Menos mal que Edu vino a buscarme y pudimos llevar las bicis en su portabicicletas (¡qué cómodos son los portabicis de portón!).
A las 8:30 estábamos listos para salir. Allí estábamos un grupo algo más amplio que la última vez: Fernando, Rob (que hacía Las Zetas por primera vez), Jose “Norris”, Javi, Edu y un servidor. Seis valientes a la conquista de la montaña
Como siempre, salimos en sentido horario. De nuevo lo hicimos por el camino que lleva hacia Mataelpino en lugar de hacerlo por la carretera principal. Las primeras cuestas ya avisaban: no iba a ser un paseo triunfal, sobre todo para los que llegamos algo pasados de forma. Menos mal que el buen rollo del grupo ayuda bastante. Nunca se queda nadie. Siempre se espera a los más rezagados. No hay nada que demostrar…
El recorrido en sí no tuvo nada destacable. Fue casi calcado al de la última salida por la zona, parando también en el collado de Los Pastores para sacar buenas fotos antes de empezar el descenso. Cuando ya estábamos subidos a las bicis, Rob se percató de que tenía roto un radio de la rueda delantera. A priori no debería ser nada preocupante, pero la bajada que nos esperaba no era moco de pavo. Tocaría bajar más despacio y echando un vistazo por si las moscas…
Tras un pequeño repecho, llegamos a Las Losillas. Esta vez no subimos a La Nava Grande, pues la idea era volver a comer a casa y salvar nuestros matrimonios. La última ruta se nos fue de las manos y muchos teníamos la cabeza en la picota, así que cuatro fotillos para inmortalizar el momento y tirarnos cuesta abajo sin piedad (todos menos yo, claro). Nos acabábamos de ahorrar casi seis kilómetros de subida.
La bajada desde Las Losillas
La bajada transcurrió sin incidentes. Llegamos todos sanos y salvos a Canto Cochino tras unos cuantos kilómetros de adrenalina. Después de reagruparnos sólo nos quedaban unos kilómetros de asfalto con un pequeño repecho en el que Javi aprovechó para lucirse (vaya control de la bici) y yo para romper la transmisión :-S . Creo que en la bajada debí golpear el desviador trasero, pues la cadena se salía en determinadas combinaciones. Al final me va a tocar pasarme por el taller esta tarde para que me revisen los radios y la transmisión.
Va a tener razón mi mujer con eso de que cada salida con la bici me sale más cara que la anterior.
No os perdáis todas las fotos en el album de Facebook.