Ruta por la picaresca en el Madrid del siglo XVII

Publicado el 22 septiembre 2021 por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu

La verdad, las rutas originales que sacó el ayuntamiento de Madrid me parecían todas interesantísimas. No podía ir a todas, por supuesto, pero intenté asistir a las que me fue posible dentro de mis limitaciones. Ya había paseado por el Madrid de Alfonso XII y por el del motín de Esquilache; ahora tocaba una ruta por el Madrid de la picaresca.


Empezaba, cómo no, en la Plaza Mayor, y visitamos muchos puntos del centro, el Barrio de las Letras y La Latina siguiendo la estela de los pícaros. Empezamos conociendo las condiciones socioeconómicas que llevaron al fenómeno de la picaresca, que no fue algo únicamente español, sino que abarcaba toda Europa. Como los cristianos de bien no trabajaban, cosa que se dejaba a los infieles, no dar un palo al agua era algo socialmente aceptado y la picaresca estaba bien vista. Incluso algunos nobles se apuntaban al carro de ese modo de vida, al menos un tiempo.

A lo largo del recorrido conocimos ese Madrid peligroso repleto de gente que, con todo tipo de mañas, se buscaba la vida... y también el lado oscuro de la delincuencia. Nos hablaron de lo importante que era tener una iglesia cerca para acogerte a sagrado si comentías alguna tropelía, así como de las distintas "profesiones": los mendigos (con distintas formas de pedir según su procedencia), de los ladrones (algunos tan especializados que se dedicaban solo al robo de capas o a cortar los vestidos para hacerse con las telas), de los asesinos (todo el mundo iba armado y, si no eras buen esgrimista, tenías que defender tu honor de alguna forma...), de las apuestas y los locales de juego (en los que muchos vivían del reparto de ganancias de otros) y de los prostíbulos (un problema de salud pública, todo estaba regulado; en los oficiales solo podían entrar huérfanas sin familiares en la ciudad, por ejemplo). También conocimos las consecuencias cuando te pillaban con el juzgado-cárcel y la Plaza Mayor, donde se hacían las ejecuciones.


La ruta estuvo aderezada por todo tipo de anécdotas y casos de la época, explicando alguna de las mañas más creativas con las que los pícaros se ganaban la vida. Fue de lo más ameno, ya que la guía lo hacía genial. Así que me pareció fantástica y no dudo en recomendar que la hagas si quedan huecos disponibles.

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