Ruta running Pasiega: San Roque de Riomiera - Valdicio y vuelta

Por Fermín Fermin Fernandez @ferminffaviles

Valle del Pas, Cantabria. Tenía ganas de volver a la tierra de mi abuelo paterno y, ya que estábamos por allí, como no, hacer una ruta running por aquellos verdes valles. Tan grande la belleza natural de ese terreno, como las cuestas de sus carreteras y caminos. Ruta desde la Cabaña con Encanto donde estábamos alojados, San Roque de Riomiera hasta Valdicio y vuelta, unos 14 km. 700 m. d+ y otros tantos de d-.
28 de Mayo de 2017
Por diferentes causas, he tenido un poco abandonado el blog y no he podido escribir. Hace ya más de 3 meses que hicimos esta ruta y aún no la había puesto, pero dicen que más vale tarde que nunca. Aquí dejo una pequeña descripción y algunas fotos por si alguien va por la zona y le apetece correr en verde por estos valles cántabros.

La ruta

El recorrido es circular, de unos 14 km. Empezamos desde la cabaña pasiega donde estábamos alojados en medio de un prado, bajamos hasta el pueblo más cercano San Roque de Riomiera, cruzamos el río Miera, y desde allí, una buena subida por carretera (sin tráfico) hasta Valdicio. Una vez allí, bajada pero, esta vez, la primera parte por una senda GR, muy mal señalizada, hasta enlazar después con la carretera que nos trajo desde el pueblo y, después, seguimos por carretera para hacer menos pendiente la subida, aunque más larga, hasta la cabaña. Solo 14 km, pero durillos.

Puedes navegar o descargarte los tracks de wikiloc en el siguiente enlace --> aqui

Subida

Amanecimos temprano, hacía un poco de fresco. Apetecía correr para entrar en calor. Salimos de la acogedora cabaña pasiega donde nos alojábamos (de Cabañas con Encanto), estas maravillosas casitas que hace siglos se hacían los habitantes del valle junto a sus prados, que a la vez les servían de vivienda y establo para los animales. En pleno valle, con vistas espectaculares a todo el valle y a los macizos al otro lado del valle. Aunque, para ser justos, hay que decir que este valle no es “pasiego”, es el valle del río Miera, no el del río Pas, pero a los efectos, igual de maravilloso.

Desde la casa, cogemos un camino que baja con bastante pendiente durante 2 km hasta llegar al río, más directo que si fuéramos siguiendo la carretera, entre zonas de prados a veces y otras de grandes árboles, robles, animales. Dejando a un lado el pequeño pueblo de San Roque.



Hasta llegar a la zona más baja del recorrido y del valle, el rio Miera, en la zona donde está el camping Lunada. Km. 2,5 del recorrido.


Cruzamos el río y, desde aquí, la carretera empieza a dar miedo, no por el tráfico, inexistente, sino por la pendiente de la misma. Vamos subiendo, corriendo, haciendo algunas paradas con al excusa de la foto, viendo alguna iglesia, un cementerio, los grandes árboles que escoltan la carretera, a veces andando, siguiendo la carretera que atraviesa este primer barranco, el de Paso Malo.


En el kilómetro 3,5 encontramos una bifurcación, cogemos la carretera que sale por la derecha hacia Valdicio. ¿Por qué?, porque abajo en el camping preguntamos a una lugareña y nos dijo que tenía menos pendiente que la otra.
Sobre el km 4 llegamos a una curva con vistas a todo el valle, parece una buena excusa para pararnos a mirar y descansar. La vista alcanza todo el valle, vemos hasta la casa desde la que salimos.



Seguimos el camino, la misma carretera pero adentrándose en un nuevo barranco, el de Valdicio. Al principio ligera bajada, que nos da un poco de vidilla.



Sobre el kilómetro 5, seguimos subiendo, aunque con menos pendiente. Entramos en un bosque, grandes árboles, algunos enormes: avellanos, robles, hayas… También animales, aunque no salvajes sino de rebaño: cabras, vacas,.. con tantos pastos… Toda esta zona es de mucha leche, mantequilla, queso, sobaos,…



Y enseguida, en el km. 6, llegamos al pueblo de Valdicio, poco más que un cruce de caminos y cuatro casas y establos de vacas.
Paramos un rato a hablar con los lugareños, un poco extrañados de que subiera hasta allí un par de locos corriendo y pa na, para bajar otra vez.
Preguntamos si hay otro camino para bajar distinto al que traemos, pero no nos dicen ni que sí ni que no (parecían gallegos en vez de cántabros) que cruzando la montaña, que se puede bajar, pero que está muy malo… Total, seguimos medio km más, pero no lo vemos claro y nos damos la vuelta.


Vuelta

Volvemos sobre nuestros pasos, cruzamos de nuevo el pueblo, volvemos a saludar, ahora ya sin parar y seguimos pero, a la salida de pueblo, vemos la marca de un sendero de Gran Recorrido (la típica roja y blanca) GR74 Corredor Oriental de Cantabria, y decimos, justo lo que queríamos, volver por un camino diferente y además por tierra en vez de por asfalto, lo cogemos.

De entrada, después de la señal, ya fue complicado ver por donde seguía la senda, estaba algo confuso el terreno y no vimos más señales. Se hacía complicado intuir por donde seguir, lógicamente, entendíamos que debería ir por la linde de los prados, pero a veces llegábamos a sitios sin salida y tendíamos que dar la vuelta.
También el terreno era dificultoso, no era fácil correr, había que andar, bien porque la hierba era muy alta y no veías donde ponías el pie o bien por la piedras que había y la caída que tenías ladera abajo si se te iba un pie. Hubo un tramo que un caballo se prestó a acompañarnos, pero ni así.



Los 2 km de senda, aunque algunas partes divertidas, se nos hicieron largos. Al fondo del valle veíamos la carretera por la que subimos y poco a poco la senda iba bajando hasta llegar a la carretera, donde nos esperaba de nuevo el asfalto, con su tráfico de vacas.




Llevábamos 8,5 km. nos quedaban dos de bajada por asfalto hasta llegar de nuevo a la parte más baja del recorrido, el río.


Desde aquí tocaba subir de nuevo hasta la cabaña, pero en vez de por el camino que bajamos, decidimos seguir por la carretera que pasa por el pueblo que, aunque el camino era más largo, la pendiente era menor, aunque nada despreciable, subimos 200 m en 3 km.
Pasamos por el pueblo de San Roque de Riomiera, este tranquilo pueblo ya si es un pueblo, pequeño, pero con su ayuntamiento, su iglesia, un par de bares restaurantes, …

En fin, ya solo nos quedaba seguir la carretera, primero la CA-260 y luego la CA-264, decisión equivocada, porque ya por aquí sí que pasaban coches y el arcén no era muy grande, pero vamos, llegamos sin más incidentes que la jo..ía cuesta hasta la cabaña, donde pudimos descansar y relajarnos con las vistas.

Ay señor, jubílame pronto!