Tenemos tendencia a funcionar en piloto automático. Creamos formas preestablecidas de actuar frente a situaciones concretas y las repetimos una y otra vez sin plantearnos si son adecuadas o nos perjudican.
Si tenemos un mal hábito lo consolidamos a través de la repetición, arraigándolo a nuestra forma de hacer (e incluso de ser). No son grandes cuestiones sino pequeños vicios que contaminan nuestra forma de actuar.
¿Cómo puedo romper unas dinámicas negativas tan consolidadas?
Rutinas. El valor de la repetición
Crear una rutina para aplicarla en una situación concreta nos ayuda a reconducirla. Apartamos viejas costumbres, actividades que nos influyen negativamente incentivando la pérdida de tiempo o deteriorando nuestro estado emocional, sustituyéndolas por otras actividades que no produzcan esos outputs negativos.
Se trata de localizar los puntos negros de nuestra actividad, razonar qué rutina negativa hay detrás y sustituirla por otra más positiva.
“Las rutinas nos permiten actuar de forma consciente para acondicionar de forma positiva momentos clave de la jornada”
Comento mis rutinas matinales y de cierre de la jornada para mostrar como una simple serie de pasos me ayuda a encauzar mi jornada.
Rutina para empezar el día
Mi despertador suena a las 7:30. Lo primero que hago es abrir la luz y leer unas cuantas líneas del libro que tenga en la mesita de noche. Puede ser el que esté leyendo en ese momento o alguno que ya he leído pero que considero relevante.
El hábito sustituye la mala costumbre de iniciar el día abriendo cualquier red social con mi smartphone para recibir un disparo de dopamina.
Me levanto voy al baño y hago todas esas cosas que se hacen en el baño a primera hora de la mañana.
Continuo con un desayuno a base de yogur, avena y un café.
Intento dejarlo todo limpio y me hago el bocadillo para media mañana y me voy a trabajar.
Durante los primeros momentos del día intento llenar todos los huecos con actividades útiles, de intendencia, para no dar espacio ni en la televisión ni al teléfono.
Nada de noticias, nada de redes sociales. Intento empezar el día con la mejor actitud posible apartando de mi todo aquello que me erosiona.
Rutina para terminar la jornada
Tan importante es terminar como empezar la jornada. Dar los pasos adecuados al terminar el día me permite poner un punto y aparte, desconectar para volver a recuperar el paso al día siguiente sin ningún problema.
Se trata de que hacer para dejar preparados los asuntos profesionales para retomarlos sin esforzarnos en pensar sobre que tenemos que hacer al día siguiente.
Al finalizar la jornada reviso y anoto para saber que tengo que hacer y en qué punto exacto me he quedado.
La revisión diaria. (Más sobre la revisión diaria) Proceso mi bandeja de entrada con todas las anotaciones. Punteo mi lista de próximas acciones y mi agenda para recordar los compromisos del próximo día.
Anotar que tengo que hacer mañana a primera hora. Anoto la tarea que tengo entre manos y dejaré inacabada para reanudar al día siguiente. Si hay otro asunto que requiere mi atención también la anoto.
La cuestión es disponer de una lista de asuntos para reengancharse sin entrar en un proceso de razonamiento donde uno duda que hacer. Es especialmente relevante cuando hay un fin de semana o días de fiesta por medio.
Crea el hábito de recurrir al formato papel para no cargar la memoria de forma innecesaria.
Para terminar el día recurro a una actividad que me permite desenchufar los temas profesionales y relajar la mente. El ejercicio físico y la meditación actúan como separador entre los problemas del trabajo y el resto de mi vida. Son una ayuda extra para facilitar el descanso.
Rutinas de separación y sustitución
Mis rutinas son ejemplos particulares. La rutina de la mañana es una rutina de sustitución donde cambio una serie de actividades basura por otras que me permiten empezar el día sin perder energía de forma gratuita.
La rutina del final de la jornada es una rutina de salida o de separación. Me permite poner punto y final a mi jornada, ayudándome a dejar de pensar en lo que tengo que hacer para centrarme en mi vida personal.
Hay una serie de asuntos clave que pueden mejorar tu calidad de vida de forma sustancial. Se trata de encontrar tus propias actividades de sustitución y separación.
Encuentra una actividad separador que te permita relajarte y desconectar de verdad. Puede ser ejercicio físico, yoga, meditación, cualquier actividad en grupo, hobbies …
Establece una rutina de comidas. En su día voy recurre a una nutricionista para que me aconsejas sobre mi dieta y me creas un planning de comidas. Me evita la improvisación, comer de forma casual y caer en la comida preparada.
Busca actividades que te aleja de la luz azul de las pantallas y de los entretenimientos basura. Actividades para realizar en el aire libre o simplemente desconectado.
Crea tu propia rutina para terminar bien el día y prepararte para ir a dormir. Leer antes de acostarse, tomar una infusión etc…
Aprender más sobre cómo acabar con un mal hábito
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Se trata de mecanizar una actividad a través de una secuencia de pasos para actuar lo más asertivamente posible. Al final los acabarás asimilando y convirtiendo la nueva rutina, en una costumbre.
Sustituir algo que no funciona por un software más adecuado o simplemente añadir una forma de hacer que te aporta algo positivo. En definitiva para eso sirven las rutinas