Así, podríamos decir que Ryan Bingham subió al escenario y unos 100 minutos después seguía con su sombrero, su camisa y su imagen sin alterar, con una sonrisa, agradecido y demostrando que, en Madrid tiene una segunda familia, una serie de fans que le adoran, que aplauden cada canción y cada gesto y es escuchan sus historias sobre su vida, sus viajes de niño y que ayer no dejaron de disfrutar con cada canción.
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