No soy ningún rarito. He pasado la mañana de este sábado cargando lavadoras con fundas —de sofás, de camas, de cojines...—, de compras domésticas y tomando unas cervezas con una mujer viajera y viajada que me ha recordado que en su primera nómina —allá por 1983— ponía «hembra» en su filiación. He comido escuchando a Emilio Lledó —¿rarito?— en Tres en la carretera, el programa que lleva una extraordinaria Isabel Ruiz Lara en Radio 3. Don Emilio acudió a Albacete al II Encuentro sobre el Lenguaje, dedicado a la escritora de Fuente Álamo Dionisia García, con el título de «Ciudad de palabras», celebrado en la Facultad de Educación de la Universidad de Castilla La Mancha desde el miércoles 27 de febrero hasta ayer. El maestro ha hablado de la felicidad de ser profesor y de que siempre se ha considerado un compañero de sus estudiantes, aunque él fuese el primero en hablar. Llegó a Albacete en tren leyendo a Longino —De lo sublime— en griego, y dice que los exámenes no tienen ninguna importancia en la educación, que son una majadería: «Un profesor no necesita examinar». Con este señor tan importante he comido esta mañana. No tengo que recomendar a Emilio Lledó, que ya apareció por aquí cuando me hice con su libro Palabra y humanidad(Oviedo, KRK Ediciones, 2015), por un apunte de pasillo de mi compañero latinista César Chaparro; pero hoy he envidiado a Isabel Ruiz Lara por su entrevista; con un centrifugado mareante para mis fundas como música de fondo. Por cierto, hay que leer las últimas entradas del blog de Álvaro Valverde, que también he leído este sábado.