Ir al rastro y llevarse todo puesto.
-Qué locura...
-Sip, gasté 12 euros y qué pasada. Hay un gallo y una gallina caminando por todas partes y carteles que dicen "estas gallinas son nuestras y están protegidas".
No hay nada más estimulante que una mañana de sol, paseando entre puestos debajo de los árboles y charlas amables y bonitas con los que buscan ganar algo para seguir adelante:
Lugareños, una inglesa vendiendo objetos de la India y vestidos de flores, dos francesas con ropas y carteras, tres finlandeses y la colección de sellos, alemanes con sus Bratwurst y cerveza, dos senegaleses, aquellas de Madrid haciendo la competencia con cientos de joyas, tres colombianos con ponchos y mochilas de lana, un marroquí y sus fósiles, anticuarios, puestos con tarots y cristales de colores, péndulos, pirámides...
La torre de Babel bajo el cielo azul y brisa de mar.
Y ya luego a casa, donde espera un rico almuerzo y la mente llena de fantasías y prendas de colores.