Empieza a oler a café, y es también un buen momento para comenzar a escribir. Entre el sonido de la lluvia arrasando mis pensamientos y los árboles mojados. Con reggae de fondo y dos cucharadas de azúcar para despertar. Los truenos agudos y gruesos provocando mi respeto, recordando mi pequeñez en este mundo. Amar la belleza de los días grises y las calles empapadas. Sonreír, aprender a disfrutar. Y dejarme de quejar. Vivir para escribir y para ser. Para entender este mundo un poco más. Para hacerlo más fácil cada despertar.
Amar los veranos lluviosos, los sábados para escribir y ser feliz. Poner todo en perspectiva, volver a construir. Darme otra oportunidad mientras observo las gotas caer, y que esto produzca en mí esperanza para brillar otra vez.
Este poema debe concluir, la lluvia se ha detenido y mi café me espera.