El ser humano es un animal perezoso y conformista por naturaleza. Por norma general, poco tarda en idear, construir y utilizar excusas propias de películas de fantasía para una vez llegado a su estatus de confort refugiarse allí cual oso en plena hibernación. En el trabajo, en los estudios, con la familia y, cómo no, en los deportes la zona de confort nos atrae para adormecernos con una falsa sensación de bienestar y protección que acaba perjudicando tanto a nuestra forma física como a las motivaciones para levantarnos del sofá.
Marlou Van Rhijn, atleta Holandesa para-olímpica, es una de esas excepciones que confirman la regla. Marlou nunca lo ha tenido fácil y cuando, aparentemente, lo ha tenido menos difícil ha huido a la misma velocidad que con la que recorre el tartán. Así que en 2010 y por falta de motivación decidió dejar la natación (donde llegó a conseguir varios récords nacionales) para pasarse al atletismo y llegar a conseguir un oro (200m) y una plata (100m) en los Juegos Olímpicos de Londres a parte de batir los récords mundiales de ambas distancias, en su categoría.