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Decir que los perros poseen una noción del tiempo similar a la de los humanos quizá resulte exagerado; o puede que no, pero de momento no se ha demostrado científicamente. Sin embargo, hay algunos experimentos que
dan alguna idea de cómo los perros podrían experimentar el paso del tiempo. En concreto esta prueba de campo realizada en un programa de la
BBC relaciona la percepción del tiempo de los perros con el olor de su dueño. La explicación del vídeo, que está en inglés, os la detallamos en los siguientes párrafos.
Todos los días a la misma hora Jazz salta al sofá, sabe que en unos 20 minutos llegará a casa su dueño.
Parece que el perro, realmente, sepa qué hora es. Una opción es pensar que es una rutina y el can sabe, porque sucede todos los días, que equis tiempo tras la llegada de su humana siempre llega su humano.Los investigadores, sin embargo, creen que puede tener algo que ver con el fino sentido del olfato de los canes. Es como un reloj de arena, en versión olfativa: cuando el olor de su humano se ha dispersado de la casa hasta un nivel determinado, Jazz
sabe que es el momento en que su dueño tiene que regresar.Y ahí está el experimento-prueba: su dueña trae camisetas que apestan a su marido y las mueve por la casa, dejándolas sobre el sofá, etc. El resultado es que justo ese día Jazz... ¡no sube al sofá y tampoco sale a recibir a su dueño! Aunque no tenga valor científico,
el test resulta revelador, si bien los etólogos tienden a pensar
que el olor no sería el único factor que marca la noción del tiempo de los perros. Se sumaría la luminosidad, los ritmos circadiarios que tenemos todos los animales, etc.
Un olfato para oler el pasado
De todos modos, el olfato de los canes está a años luz del nuestro en cuanto a finura y capacidad de captar y distinguir diferentes olores.
El suyo es entre 10.000 y 100.000 veces más sensible que el nuestro. Es como si vieran con la nariz; así suele describirse el potente olfato de los canes, un olfato capaz de detectar enfermedades, chinches, bombas, drogas... y por supuesto, el olor de su humano,
lo más delicioso, con permiso del bacon.En este vídeo la reconocida escritora, profesora y etóloga
Alexandra Horowitz explica el fascinante mundo olfativo de los canes. Si os divierte e interesa lo que cuenta -que a mí me resulta fascinante- su libro
En la mente de un perro es muy recomendable.
Uno de los ejemplos que ofrece para comparar el poder de la nariz canina con respecto a la humana es que nosotros podemos distinguir el olor de un perfume en un cuarto, pero un perro podría hacerlo en un estadio de fútbol cerrado y sería, incluso, capaz de distinguir los diferentes elementos que componen el perfume. Además, oliendo un determinado objeto, como el tronco de un árbol o una farola donde han orinado otros perros,
pueden saber quién y cuándo ha pasado por allí, así como su tamaño, su estado de salud, etc. Es decir, pueden ver el pasado.
Por qué los perros se olisquean el culo
Una vez establecido qué nuestros canes tienen una visión olfativa impensable para los humanos, podemos intuir que
el culo de sus congéneres contiene gran cantidad de información de interés, como una especie de carta de presentación. Esa es la razón de que los perros se huelan los culos mutuamente cuando se encuentran, incluso si ya se conocen previamente.La culpa de esta fuente de información la tienen las
glándulas anales, que
secretan numerosas sustancias útiles para establecer una suerte de comunicación química. La misma permite a los perros descubrir muchas cosas. Al olisquear así a sus congéneres pueden averiguar su género, su dieta e incluso su estado de ánimo.En este interesante y breve vídeo de la
American Chemical Society lo explican, en inglés, pero de forma que lo entendamos los que no somos profesionales de la ciencia.
La glándula anal, explican en el vídeo, son en realidad dos glándulas, la
sudorípara apocrina (responsable del olor de los perros) y la sebácea. Y
ambas son las causantes de las diferencias en el olor entre un can y otro, o en un mismo can en diferentes momentos de su vida. Además, los canes tienen un sistema de olfato adicional, el
Órgano de Jacobson, diseñado justamente para detectar feromonas y todo lo relacionado con la comunicación química que va más allá de los olores normales.