Foto colgada por Nerea Alzola en su muro de FB.
Las consecuencias de esta decisión desbordan el ámbito de la política madrileña. La hasta ahora presidenta de la Comunidad de Madrid es un referente político de nivel nacional, cuya despedida evidencia una orfandad con dos vertientes.En primer lugar evidencia que es posible responder a las diatribas de la izquierda sin despeinarse. Es posible articular un discurso frontal, no sólo defensivo, sino manteniendo la iniciativa con repetidas mayorías y un gran apoyo popular. Aguirre representa esa forma de hacer política a la que no le duelen prendas en recordar a la izquierda en qué clase de alcantarilla intelectual bebe. Esa forma de hacer política que pone de los pelos a los Zapateros, Rajoys, sindicalistas verticales y al resto de la barbarie progre.
En segundo lugar evidencia una terrible verdad: sin Aguirre, ¿qué político de primera línea defiende un ideario liberal en España? ¿Qué político en activo tiene a su disposición los micrófonos que le da la gana para decir cosas como que los sindicatos caerán como cayó el muro de Berlín? Ninguno. Terrible.
Es muy sencillo ahora tirar de hemeroteca y recordar cómo Aguirre dijo barbaridades como que el sector público tenía que potenciar los campos de golf y cosas así. En 30 años de política, seguro que Aguirre dijo muchas barbaridades. Y es más, gestionando en la abundancia que otorga la capital, se puede criticar que Aguirre fue la política española que más hizo por presentar un modelo de sanidad pública en continuo crecimiento (con subcontratas), un modelo de educación pública con el nivel de la privada (colegios bilingües en inglés), la mejor red de metro que he visto y muchas cosas que uno no se espera encontrar en alguien que supuestamente tiene preferencia por el sector privado.
Dejemos que se calmen las aguas y vayamos viendo qué va a hacer toda esa gente cuya única persona que les ataba con el PP, acaba de dimitir.
Más: