Leer | Salmo 37.1-11 | ¿Ha notado usted que, a veces, algunas personas le hacen una pregunta, pero luego salen corriendo antes de que pueda responderles? Nosotros podemos actuar de la misma manera para con el Señor cuando no esperamos en Él.
Para saber esperar en Dios, necesitamos tener:
Fe. Debemos estar dispuestos a confiar en el Señor cuando no sea evidente una solución y no podamos ver una salida a nuestro problema. Meditar en la Sagrada Escritura y aplicarla a las dificultades de la vida dará como resultado una fe fortalecida (Ro 10.17).
Humildad. Al reconocer que no podemos lograr nada aparte de Jesús, debemos estar dispuestos a soportar hasta que Dios nos revele su respuesta (Jn 15.5). Sus caminos son siempre perfectos; nuestro plan más ingenioso no será tan bueno como el suyo.
Paciencia. Una actitud tranquila y una paz interior provienen de creer que el Señor es quien dice ser, y que Él hará exactamente como ha prometido. El Espíritu Santo nos ayudará a enfrentar las circunstancias estresantes sin quejarnos y a aceptar los problemas de la vida, en vez de tratar de manipular una salida.
Valentía. Es propio de la naturaleza humana querer tener el control; anhelamos saber qué va a suceder y cuándo. Hace falta valentía si queremos evitar seguir nuestros planes, o no ceder ante la presión de los demás. Con el poder del Espíritu Santo, podemos mantenernos serenos para esperar en Dios, incluso cuando las personas que nos rodean no aprueben nuestras decisiones.
La sabiduría y las acciones correctas vienen con la búsqueda de Dios y de su voluntad. ¿No quisiera usted tranquilizar su corazón y su mente para escuchar lo que Él quiera decirle?
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