Queda claro en ese casi 30% de los internautas que "pasa" de ver un vídeo que empieza "después de la publicidad": si no ven claro ese botón de "skip advertisement" abandonan la página. Cuando ese botón sí se ve, la práctica totalidad (o sea, más del 90%) lo pulsan en cuanto se activa; de lo que se deduce que durante los 5 segundos de reproducción están mirando el botón... no el vídeo.
Sí funciona, por contra, el posicionamiento de marcas. Tenemos ejemplos de gran calidad como los que dirigió Roberto Pérez Toledo para El Corte Inglés: la campaña " El Amor Mola" de San Valentín 2016. Los vídeos, 6 en total con diversos temas y personajes y usando los grandes almacenes como escenario de rodaje, han sido muy vistos y muy compartidos; y la polémica que acompañó a uno de ellos, " Equis o corazón ", incluso ayudó a ello.
Pero este tipo de piezas apelan a un consumo de vídeo a través de web; y, si es compartido en redes sociales, casi exclusivamente de web móvil, con un target muy específico que quizás sintonice mucho mejor con la temática de las piezas (el amor a cualquier edad, la homosexualidad, el acoso...) y con el formato que con el anunciante; con lo que dudo que el éxito de la campaña ayude a aumentar las ventas sanvalentineras en esos Grandes Almacenes, concretamente.
Y es que este tipo de emplazamiento de producto funciona muy bien cuando eres capaz de llegar hasta el público "cliente": es un sistema de fidelización más que de captación.
Entonces... ¿cómo pescamos en el río del vídeo?
Twitter picó en máximo cuando Facebook se hizo con Instagram. El amigo "Zuck" soltó 1.000 millones de dólares por la red de imágenes.
Y lo logró: ya existen cuentas "viner", al estilo de los youtuber, con millones de fans y el formato ha sido tomado en serio por mucha gente, como el festival de cine TriBeCa que cuenta con una sección "vine".
La gran ventaja de vine es su corta duración. Esa viñeta la "ve" todo el mundo. Además, en Twitter y Facebook el autoplay es automático. Y si no se ve a la primera, el loop hace que se repita hasta el infinito.
Pero es muy difícil crear contenido para tan poca duración... salvo un momento, un suceso, un tropiezo.
Las marcas aún no saben cómo usarlo ni cómo impacta en el espectador. Lo que sí es seguro es que lo hace.