Sabes lo que quieres. Aunque a veces te parezca que no. Aunque a veces sientas cosas como el miedo o la incertidumbre. Aunque a veces tiendas a preocuparte demasiado. A pesar de todas las listas de pros y contras que hagas. A pesar de las miles de opiniones que pidas a los demás:
Sabes lo que quieres porque sabes lo que no quieres
Cuando uno se empieza a dar cuenta que la mayoría de las cosas que forman parte de su día a día no son importantes, cuando empieza a conocerse bien por dentro y es consciente de las cosas que le hacen o le harían plenamente feliz, cuando empieza a definir qué es esencial, qué es aquello por lo que apostaría mil veces o por lo que estaría dispuesto a arriesgarse, empieza a ver la vida con mucha más claridad.
Y entonces sucede.
Lo que siempre has querido ha estado ahí, aunque todo el ruido de alrededor no te dejaba verlo. Ahora lo ves tan claro que eres incapaz de ignorarlo y tienes dos opciones: ir o no ir a por ello. Y conviene que seas consciente, por supuesto, de que el tiempo que tienes para decidir no es precisamente ilimitado.
Pero no te preocupes. En el camino, descubrirás que hagas lo que haga, estará bien.
Estará bien decir que no a aquello que no te aporta nada.
Estará bien establecer tus prioridades al margen de lo que otros piensen.
Estará bien que no estés bien.
Estará bien que tengas dudas.
Estará bien que te dé un miedo atroz.
Estará bien que celebres tus pequeños logros.
Incluso estará bien que te desvíes del camino inicial, en busca de algo mejor.
Porque lo único que no estará bien, es que te detengas.
Sabes lo que quieres. Aunque a veces te parezca que no. Hagas lo que hagas, no te detengas.
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Recién llegada de las vacaciones, con nuevo diseño en el blog y con muchos posts en el tintero, os doy la bienvenida.
¿Sobre qué cosas os gustaría leer en esta nueva temporada?
Contadme (y sobre todo, sed felices).
L.