¿Sabes que no había ningún rico entre los presos? Tos hijos de pobre (El Cabrero Blog 40 Aniversario)

Publicado el 30 junio 2012 por Elcabrero @JoseELCABRERO

Había periodistas y amigos en la puerta de la cárcel, los atendió a todos y, al quedarnos solos, lo primero que me dijo fue: Ahí dentro hay un tío, más noble y fuerte que un olivo, preso por robar hiscales. Me he jartao de palpar la injusticia entre esas paredes… me han tratado bien, los presos y los funcionarios, pero muchos me han contado su historia y cada una era una tragedia: miseria, incomprensión, abandono y soledad de desayuno, almuerzo y cena y ¿sabes que no había ningún rico entre los presos? Tos hijos de pobre.

 

Estaba libre y, sin embargo, sombrío. Decía sentirse más rebelde aún que cuando lo llevaron preso pero también inseguro entre la gente: Los que van a la cárcel es porque le han hecho un daño a la sociedad ¿No dicen eso? Pues yo creo que esta sociedad es un peligro pa mí y no yo pa ella. Lo mejor va a ser irse a vivir a la sierra, con el ganao, y dejar   de lado el cante y las multitudes. Porque ¿Y si se me vuelve a ocurrir otro mecagoendios y me meten otra vez preso? A la cárcel no quiero volver como no sea que yo decida arriesgarme a entrar. Mejor dejo el cante. Y me pidió que cancelara todos los conciertos firmados.

No anoté en mi diario la fecha pero recuerdo que teníamos pendiente una intervención en TV y festivales en Barcelona y Sevilla. Sin dudarlo, opté por mantener ese compromiso y todos los demás porque era obvio, conociéndolo, que José no dejaría el cante mientras no lo obligara la naturaleza o el desdén del público. Volvió a su añorada rutina de pastor y pronto me confesó que lamentaba haber cancelado los conciertos así que se alegró de mi decisión y acudió a Barcelona y Sevilla más motivado, si cabe.

A José no le gustan las entrevistas y menos aún romper el ritmo que impone el ganado pero en esos días aceptó muchas porque entendía que los medios habían sido solidarios con él y era su forma de agradecérselo. Hasta que Interviu le dedicó un reportaje a cuatro páginas y no concedió ninguna más durante un tiempo.

Vino Pilar Eyre, no la conocíamos, y estuvo casi todo el día con nosotros, primero charla informal y luego larga entrevista a José. Cuando Pulpón[1], exaltado, me presentó la revista con un titular a dos páginas, entrecomillado, “Vi a El Cabrero y me volví loca por él” seguido de un solemne Elena abandonó la banca de Nueva York para vivir en un corral, me entró la del tigre. Debajo una extraordinaria fotografía, firmada Jaime F. Garbi, de José con las cabras y otra de los dos. El primer impulso fue acudir a un abogado: yo no le había concedido entrevista ninguna, las fotos conmigo eran supuestamente sólo para regalármelas, nunca trabajé en la banca de Nueva York y eso de volverse loca por alguien, con sólo mirarlo, me parece tan complicado como estúpido.

Llamé a Pilar Eyre y se sorprendió mucho: lo había hecho con todo el cariño y se ve que había malinterpretado algunas de sus anotaciones… Lo lamentaba porque ella había intentado hacerlo lo mejor posible… Y todo eso se notaba pero se había inventado una historia de prensa rosa, nutriéndose de todo lo insustancial de la charla y relegando lo sustancial de la entrevista casi a puro testimonio. Mezcló la realidad con la ficción y consiguió un reportaje impactante y de juzgado de guardia. Pero no se barruntaba mala intención, me habían caído simpáticos y José no secundó la propuesta de Pulpón de presentar demanda judicial: “Estoy harto de juicios, jueces y lo que arrastra eso. Esa gente, lo que pasa es que no me han entendido y me han pintao como creen que soy. Que digan lo que quieran que yo por eso no voy a cambiar” El grupo Zeta había apoyado con fuerza la campaña a favor del indulto y les estaba agradecida. Opté por escribir al director. Enumeré todo lo que no se correspondía con la verdad y me salía una carta tan extensa que tuve que elegir entre tumbarle el reportaje o centrarme en lo más grave y había una perla que no podía quedar sin respuesta y no quería que la omitieran: Yo me acuesto con otras pero si mi mujer hiciera lo mismo la mataría (sic). La cosa fue así: a la “inteligente” pregunta de Eyre ¿Tú te habrás acostado más de una vez con otras… y qué harías si Elena te pusiera los cuernos? José respondió: “Creo que no lo admitiría… porque ésa es la universidad que he tenío” y la “periodista”, que no lo tenía muy claro en sus notas, entre admitiría y mataría optó por lo más truculento y morboso. En fin: al lector de este blog que haya leído aquel reportaje, le aconsejo que no se crea ni la mitad y acertará.

Ya habíamos rumiado el cabreo y me llaman de la revista Hola! Querían venir a hacernos un reportaje en Navidades en familia (¡!)… Lógico: la Eyre había hecho de nosotros dos personajes de tertulia rosa. Como se supone, les agradecí el detalle y les dije que no. Insistieron, me propusieron pagarnos y eso me molestó, entendieron que no era cuestión de dinero y no llamaron más.

Pulpón estaba disgustado: pensaba que un reportaje de esa índole en Hola supondría una enorme promoción y que podría subir mucho su caché… a lo que José respondió: Antonio, yo me avío con dos sardinas arenques y una naranja pero de mi no hace nadie un muñeco. A los pocos días volvió con nuevas propuestas y, si hubiéramos aceptado todas las entrevistas, reportajes, programas tv y radio que traía en la agenda, es probable que, tal como aseguraba, El Cabrero se convirtiera en un personaje muy popular y cotizado pero esa no era su meta: “¿Tú no te quieres creer que aunque fuera más rico que Rothschild yo seguiría saliendo al campo todos los días con las cabras? Pues créetelo, Antonio, porque eso es lo que me gusta además de cantar. A mí no me volvéis loco con la promoción porque ya tengo más seguidores de los que nunca soñé y cuando dejen de venir a verme, me retiraré y me dedicaré sólo a las cabras”


[1] Manager de El Cabrero en aquella época


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