El lector cascarrabias:voraz a la par que exigente. Nunca deja un libro a la mitad aunque no le guste nada y opine que el autor no sabe juntar dos frases seguidas con sentido. Suele lanzar el libro contra la pared.
El lector cronológico:lento y constante. Se compra un libro, lo lee y vuelve a la librería a por otro. Es la antítesis del lector promiscuo. Sólo abandona un libro sin terminar de leerlo si tiene una razón de peso y ni con esas se libra de los remordimientos de conciencia.
El lector aniquilador:siente pasión por los libros, los lleva a todas partes y, por eso, toda su biblioteca está formada por libros con las hojas sueltas, las cubiertas rotas y las páginas amarillentes. Quiere tanto a sus libros que ni se da cuenta de que les hace daño.
El lector ocupado II: no le gusta leer, compra los libros para presumir o decorar el hogar.
El librófilo:más que leer, le gustan los libros. Los viejos, por su olor, sus arrugas y sus páginas amarillentas, y los nuevos, por su olor, su frescura y su disponibilidad.
El anti-lector:nunca lee libros porque son demasiado largos.
El multi-tarea:lee varios libros a la vez, confunde tramas y personajes, pero siempre los termina. El lector somnoliento:sólo tiene tiempo de leer cuando acaba el día, en la cama. Está comodísimo y el libro es fantástico, pero no consigue mantener los ojos abiertos y se despierta a las tres de la mañana para cerrar el libro y apagar la luz.
¿Te idenfiticas con uno o varios? Fuente: The Atlantic