Hoy me gustaría hablarles de los sueños. Hace unos días leí en un periódico digital (www.abc.es) que los sueños no tienen significado alguno. Además, como muchos sí han resaltado, estos no representan un futuro que está por llegar ni nada por el estilo. Ha sido el Doctor Eduard Estivill, neurofisiólogo y director de la Clínica del sueño Estivill quien ha realizado estas afirmaciones.
Además el Doctor Estivill también ha apuntado que los sueños nos sirven para asimilar experiencias vividas o para clasificar y ordenar los recuerdos del día. Lo que también tiene su lógica ya que son muchas las ocasiones en las que revivimos a través de los sueños algo que nos ha pasado en una jornada y que sea o no importante, nos pasa factura a la hora de coger la horizontal.
Recuerdo una ocasión en la que soñé que montaba a caballo por unas bellas y verdes praderas y que el viento azotaba mi cara mientras cabalgaba. La verdad es que durante ese día y antes de mi sueño no tuve contacto con corcel alguno ni recuerdo haber estado por el campo. Pero después de mucho pensar me vino a la memoria mi visita a un concesionario de coches donde pude probar un potente y animal descapotable de color verde y de gran caballaje.
Por lo que sí pienso ahora en lo que anoche soñé y en su interpretación a través de lo sucedido en la tarde de ayer la teoría del Doctor Estivill se me antoja de lo más macabra. Ayer estuve vaciando mi buzón, porque en tan solo unos días de campaña electoral han dejado en cuestión de sobres de esos con el voto ya incluido, el equivalente a 50 árboles. Lo que no me esperaba anoche era soñar que me tocaba la peor de las pesadillas que un ciudadano de este país puede tener, me tocó ser presidente de mesa. Menos mal que yo sólo lo soñé y la pesadilla le ha tocado vivirla a otros.
Así que espero que un futuro no muy lejano consiga adoptar la capacidad de ser más selectivo a la hora de elegir mis recuerdos del día para convertirlos en sueños no sea que me encuentre con mi suegra o con la vecina del tercero que tiene más bigote que yo y acabe teniendo un somnoliento romance, porque parafraseando a Martin Luther King cuando dijo “Hoy he tenido un sueño…” yo le añadiría “ojalá éste lo haya elegido yo”.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…