El estrés afecta negativamente a nuestro sistema inmunitario, por lo que disminuyen nuestras defensas, haciéndonos más vulnerables a contraer infecciones o enfermedades. Aunque la clave para combatir el estrés se basa en descubrir su origen y encontrar el modo de solucionarlo, existen métodos sencillos para afrontarlo de forma inmediata, como llevar una alimentación saludable y regular, o disfrutar de tiempo libre exclusivamente para nosotros mismos.
El ejercicio físico regular es importante ya que, además de encontrarnos con una mejor imagen, estimularemos la producción de endorfinas, sustancias naturales que provocan el buen humor.
Con la ansiedad, el ritmo cardíaco se acelera, la visión se agudiza y se desvía sangre a los músculos, al tiempo que se espesa, adquiriendo más viscosidad por una mayor producción de factores coagulantes y de glóbulos rojos.
Por ello, es aconsejable beber al menos dos litros de agua al día, para diluir la sangre, además de lograr una buena hidratación interior, lo que hace que la piel, que puede estar seca y áspera por el estrés, recupere su suavidad y tersura. Además, el agua ayuda a resolver los problemas de digestión y de estreñimiento, inconvenientes habituales cuando se sufre estrés.