Sabiduría garantizada

Por Maribelium @maribelium

Hace unos años vi una película que tenía el título “Sabiduría garantizada”. Me resultó muy interesante, por diversos motivos. La historia iba de unos alemanes bastante atormentados por sus vidas y sus propias incoherencias, que se encontraban en búsqueda de soluciones para los problemas de su existencia. Para resolver sus temas, viajaban a un monasterio Zen en Japón y en el camino sufrían diversas peripecias. Una vez en el monasterio, se exponían a una serie de sacrificios, que no harían por nada ni por nadie en su país natal, pues ahí se suponía que estaba la solución…
Traigo a colación la película, por el tema de la sabiduría, del que hemos estado debatiendo en mi post anterior. El tema de la sabiduría, es de por sí interesante, atractivo, estimulante... Pero la cuestión fundamental, es sobre como alcanzarla, para no llegar a pensar eso que dijo alguien: “el saber me persigue, pero yo soy más rápido”. Esperemos no ser más rápidos con nuestras ignorancias, nuestros miedos o nuestros condicionamientos. O no ser tan ignorantes, que ni siquiera aspiremos a saber nada que nos ayude a ser un poquito más sabios y más conscientes de lo que realmente nos puede hacer mejores para nosotros mismos y para los demás. O lo que es peor, esperemos no ser tan estúpidos que nos creamos ya sabios.
Volviendo a la película, el título me volvió a la mente, dando vueltas a la cuestión de la sabiduría. Hoy en día proliferan gurús por doquier, que nos venden “trucos”, estrategias, métodos, prácticas que nos transforman, etc., para llegar a la sabiduría. Es decir, que si seguimos el camino de tal o cuál gurú, de tal o cuál secta, se supone que llegaremos a ser más sabios… Y además, se supone, que los que nos guían en ese camino hacia la “sabiduría garantizada”, ya son sabios. No puedo evitar tener mis dudas… Y me pregunto, ¿qué mueve realmente a un ser humano a crear un método, una escuela o un camino hacia la sabiduría? ¿No puede ser más bien la propia inseguridad en lo propio lo que les motive a querer guiar u orientar a los demás, para confirmar su propio método? Pues si alguien necesita convencer a los demás de algo, será que no está muy convencido ¿no?
Sabemos que numerosos sabios, crearon escuelas a su pesar, pues muchas personas reclamaban sus enseñanzas, pero que ellos mismos eran humildes, pues señalaban no saber nada (al modo de Sócrates) o ponían de manifiesto el error que supone querer ser maestro de alguien que no sea uno mismo (al modo de Krishnamurti). Muchas personas, cuando llegan a cierto nivel, se dan cuenta de que enseñar ciertas cuestiones de la vida no es sencillo, que es absurdo pretender cambiar la vida de los demás, y que aunque se puede ayudar, no tiene sentido imponer verdades, inculcar métodos o pretender tener el método que proporciona la garantía de ser sabios. De hecho, hay maestros (como algunos lamas tibetanos), que ponen importantes trabas a sus discípulos antes de enseñarles, pues antes quieren comprobar cuál es el grado de compromiso y de interés del que aspira a encontrar un determinado camino de sabiduría. Pues como señaló muy bien Somerset Maugham en su novela “El filo de la navaja”, “el camino hacia la verdad es estrecho y afilado como el filo de una navaja”. Y como muy bien señaló otro “ningun camino fácil lleva lejos”. ¿Será verdad?
Al margen de todas estas disquisiciones, os recomiendo la película, pues no tiene desperdicio…