Como curiosidad enseñarles la versión reconstruida del plato típico de Canarias, el sancocho. Aunque parezca increíble llevaba su mojo y batata en una especie de sorbete y en una brocheta la papa, el cherne (pescado) y culminado con una bolita de gofio. Toda una delicia!!
Otra anécdota: uno de los puestos más visitados, sobre todo por los niñ@s y l@s que ya no lo somos tanto, fue una fuente de chocolate con la que podías cubrir fruta. ¡Un placer! Si no vean, yo no me la perdí.
Solo me queda felicitar al Cabildo de Lanzarote por la organización del festival. Todo un acierto este tipo de eventos en el que se conjugan nuestros vinos con la buena gastronomía. También hubo talleres de cocina para niños y otros más elaborados sobre las lentejas de Lanzarote, pescados e incluso el cochino negro, una variedad autóctona de Canarias. Y por supuesto, catas de vino y quesos de la tierra. Lo dicho un festival para comérselo.