Lo es también en muchos lugares de Andalucía, pero aquí cobra especial relevancia la costumbre de acompañar la bebida con una miniatura gastronómica que abre el apetito.
Elaborada con aceite de oliva virgen extra, extraído de los más de sesenta millones de olivos que alfombran la provincia, la tapa es un ritual.
Pescados, carnes, ahumados, embutidos y chacinas conforman la materia prima que no falta en las barras de bares, tascas y tabernas.
Linares y Úbeda, por ejemplo, son ciudades que han hecho de la tapa una seña de identidad culinaria.
Las hay de tanta abundancia y calidad que con un par de consumiciones el comensal considera que ha comido o cenado.
La tapa, además, es el artilugio culinario que más ha madurado en creatividad, sofisticación y vanguardia gastronómica.