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Antes de que pudiera decir una sola palabra más, Kaspar me empujó contra la pared y comenzó a recorrerme el cuello con los labios. Su respiración se agitó y sentí su fuerza, su poder, su hambre. Su aliento no me caldeó la piel como lo habría hecho el de cualquier otra persona, sino que me dejó helada y provocó que un escalofrío me recorriera los hombros y los brazos. Sentí que mi corazón latía de manera irregular, tan frenéticamente que las venas de mis muñecas pugnaban por atravesarme la piel.
Sinceramente, la reseña no lo describe bien, y el título… el título es de risa. Originalmente es Dinner with the vampire, que supongo se inspiraría en el celeberrímo Entrevista con el vampiro de Anne Rice. La mente clarividente que, ya en la lengua de Cervantes, pasó de Cenando con el vampiro a Que nunca amanezca tuvo, aquel día, el momento más revelador de su vida. Por supuesto, hablo en modo ironía. Los vampiros de estos libros no solo pueden andar bajo el sol, sino que el tema del amanecer no se toca ni de pasada, ya que no es un handicap en ningún sentido. Para ser honesta, después de haber leído el libro, tampoco me encaja muy bien el Cenando con el vampiro, pero bueno, supongo que en todos lados cuecen habas. La autora empezó a escribir la novela con 15 años y la autopublicó en la plataforma de lectura online Wattpad por entregas, tres años más tarde, su libro fue leído por 17 millones de lectores. Todo, excepto el final: como estrategia, la editorial que ha comprado los derechos guardó el final de la novela para publicarlo en exclusiva. ¿Qué más se le puede pedir a una chica de 15 años? ¿Un título coherente?
En fin… sigo…
Cuando nos sentamos tras la cena, en el sofá, con el marido o el novio al lado, y ponen Casablanca por televisión, seguro que pensamos… ¡Qué peliculón! Sin embargo, si nos dicen que ponen Love Actually, El Diario de Bridget Jones o cualquier comedia romántica que se tercie, la vemos de buena gana, y la disfrutamos igual o más, sin reparar en su calidad. Y eso no quita que no valoremos las buenas obras, ¡al contrario! Pero muchas veces lo que más nos llama la atención no es la excelencia, sino el nivel de entretenimiento de algo.
Pues bien, dejemos y el cine y vayamos a los libros. En concreto, a este Que nunca amanezca de Abigail Gibbs, el primero de una saga compuesta por-quién-sabe-cuántas entregas. Desde la primera página, sabes que lo que estás leyendo no es alta literatura, es más, te das cuenta de que tiene errores en la narración, que la psicología de los personajes es más inestable que el núcleo de un reactor y que las conclusiones a los que llegan los mismos son ante todo absurdas, y, sin embargo, te gusta… ¡qué digo te gusta! ¡te encanta!
Porque aunque las formas no sean las ideales; aunque, según mi punto de vista, es un libro que tendría que ser repasado unas cuantas veces (eso si no es la traducción el bodrio); aunque sea todo un poco caótico… la historia no está nada mal. Sí, hay vampiros y, desde Crepúsculo, todas estamos un poquitín hartas de ellos. Sin embargo, los vampiros de Que nunca amanezca no son nada convencionales, y, por otra parte, no son los únicos integrantes de la ecuación. Abigail Gibbs nos introduce en un universo integrado por varias dimensiones y poblado por todo tipo de seres sexys y misteriosos… Aunque esto se prevee, ya que en la primera entrega apenas se nos reseñan unos cuantos aspectos sobre este asunto.
En definitiva, si no la fastidia, y si madura un poco en su escritura, la escritora puede proporcionarnos una saga fantástica, romántica y muy sexy, que puede ser un auténtico boom. Sin embargo no me gusta emocionarme demasiado con un primer libro… ¿quién sabe? Puede pasar de todo, y ya estamos más que curadas de espanto.