“Este arte empezó siendo oral, oír cuentos era uno de los pasatiempos de las largas veladas de Islandia. Se creó así, en el siglo X, una epopeya en prosa: la saga. La palabra es afín a los verbos sagen y say (decir, y referir) en alemán e inglés. En los banquetes, un rapsoda repetía las sagas”.
Cubierta de: Sagas cortas islandesas
Este párrafo fue escrito por un gran amante de las sagas, Jorge Luis Borges, y figura en su libro Antiguas literaturas germánicas. Tengo que añadir que Borges aprendió el islandés antiguo únicamente con el fin de leer las sagas en su idioma original.
Si nos acercamos al Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) y buscamos la palabra saga, en su segunda acepción nos dice: «Cada una de las leyendas poéticas contenidas en su mayor parte en las dos colecciones de primitivas tradiciones heroicas y mitológicas de la antigua Escandinavia». Esto no es del todo cierto, pues las sagas aparte de ser en prosa, como bien decía Borges, son, más precisamente islandesas, compuestas por islandeses y en manuscritos islandeses se conservan. Las sagas, escritas siempre en prosa, son narraciones, historias que se cuentan, y no puede haberlas sin un protagonista, ya sea éste individual o colectivo. Les vale igual un vikingo que un santo, un rey que un desventurado proscrito; sagas hay sobre Alejandro Magno, Teodorico de Verona, Tristán e Isolda; lo mismo cuentan de de noruegos que colonizaron Islandia que de los troyanos o los judíos.
Las sagas pueden ser largas llegando a ocupar en una edición impresa cerca de cuatrocientas páginas, aunque no es lo corriente; lo normal es que las sagas sean relatos cortos de unas veinte páginas.
En cuanto a forma, las sagas se atienden a un peculiar modo de contar del que rara vez se apartan. Es el suyo un estilo llano y preciso, desnudo de todo adorno prescindible, y de una simplicidad sintáctica que puede resultar chocante.. El narrador de una saga nunca se altera. Es una voz aséptica que muy rara vez comenta o valora los hechos que narra por muy extraordinarios que sean. No así sus personajes, que en sus frecuentes intervenciones irrumpen con vivacidad, y expresan bien a las claras lo que piensan o sienten. En las sagas se insertan a veces versos, estrofas de cualquiera de los dos géneros que conoce la antigua literatura nórdica: el escáldico y el éddico. Se les hace lugar allí a modo de ilustraciones o apostillas y no suelen añadir gran cosa en el decurso del relato.
Hay cientos de sagas y de muy diversos tipos, y la clasificación más conveniente que se hace de ellas responde básicamente a quién o quiénes las protagonizan. Sin duda alguna, las más conocidas, las que más se estudian y traducen son las llamadas «sagas de islandeses» (Íslendingasögur), y las peripecias que se refieren en la mayoría de estas sagas están ambientadas en lo que se ha llamado «época de las sagas», que se inicia tras la colonización de la isla (entre 874 y 930) y llega hasta la primera mitad del siglo XI. Pudieron transcurrir, pues, hasta casi cuatro siglos antes de que alguien decidiera ponerlas por escrito.
La acción de las sagas se desarrolla algunas veces de principio a fin en la propia Islandia, pero más frecuentemente se sitúa, al menos en parte, en Noruega. El rey noruego interviene casi siempre con un papel destacado en estas narraciones. Aparecen aquí, sobre todo, Ólaf hijo de Tryggvi (995-1000), Ólaf el Santo (1015-1028), Magnus el Bueno (1035-1047) y, más que ninguno, Hárald el Severo (1046-1066). El protagonista islandés -rico y de buena familia unas veces, pobre diablo otras- suele salir airoso de la peripecia que se relata, e incluso cuando entra en grave conflicto con el rey, es habitual que el caso se resuelva de modo favorable para el islandés, que se ve finalmente rehabilitado con honores y regalos.
Podría seguir escribiendo sobre las sagas, pero prefiero que si alguno de los lectores de esta reseña está interesado en el tema, adquiera el libro, pues la introducción a cargo de Luis Lerate es magnífica, así como la traducción. Solo indicar los diferentes tipos de sagas que existen.
- Sagas de obispos (byskupasögur), muy cercana a la hagiografía.
- Sagas de los reyes (konungasögur), muy cercana a la historiografía.
- Sagas de islandeses (Íslendingasögur), el género literario por excelencia. Narra las vidas de héroes o familias de Islandia.
- Sagas arcaicas (fornöld), donde abunda el elemento mitológico.
- Sagas caballerescas (riddarasögur), acerca de caballeros del sur de Europa, donde abunda el elemento legendario.
- Sagas de los tiempos antiguos (fornaldarsögur), obras islandesas de ficción tardías, de los siglos XIII y XVI.
- Sagas de dioses (Götersagas), que se originan de la mitología y la épica germánicas, según Felix Genzmer.
- Sagas de paladines (Kämpensagas), que son sagas caballerescas pero de contenido histórico más o menos verosímil.
- Sagas de desterrados como la saga Grettir el fuerte.
El traductor nos comenta que no ha intentado aplicar criterio alguno para organizar la secuencia de las cincuenta y nueve sagas que contiene el libro. Van, simplemente en el mismo orden arbitrario en que se le ocurrió traducirlas directamente del islandés, aunque si ha querido cerrar el volumen con cuatro relatos que dan cuenta expresamente de las circunstancias últimas en que paganos y cristianos acordaron tener todos una sola fe.
El editor y traductor:
Siento no poder incluir ni datos, ni fotografía de Luis Lerate de Castro. El editor no los ha facilitado.
El libro:
Sagas cortas islandesas (título original: Íslendingasögur) ha sido publicado por Alianza Editorial, en su colección Alianza Literaria. Traducido y editado por Luis Lerate de Castro. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 568 páginas.
Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.
Para saber más:
Hay un artículo en la revista virtual de de historia y cultura en general Pax Celtibera que considero muy interesante. Se titula Las sagas islandesas.
A furare normannorum, libera nos, Domine (De la furia de los hombres del norte, libéranos, señor)