Parece que afectan las palabras que usamos a nuestra capacidad de ser compasivos. Si queremos llegar a ese deseo mutuo de dar desde el corazón, enfocaremos la luz en varias zonas de la naturaleza humana para descubrirlo.
De entre varios aspectos emocionales las maestras de educación infantil desde el curso pasado decidimos investigar sobre el llanto en la escuela. Desde cómo se desarrolla el periodo de adaptación hasta momentos puntuales a lo largo del curso escolar. Descubriendo que el llanto es una expresión honesta de nuestros sentimientos. Cada vez que lloramos ponemos sobre la mesa los aspectos que más nos importan o valoramos. También es una respuesta que no necesita palabras, simplemente lloramos.
En un intento de traducir el llanto le preguntamos a los niños, ¿por qué lloras?-Lloro porque echo de menos a mi madre. –Es que estoy cansado. –Yo no lloro porque mi madre es mágica lo cura todo, si lloras vente a mi casa que mi madre sabe. –Yo no lloro, no soy un bebe. –Yo lloro cuando me pegan. Frases como estas iban diciendo los niños mientras realizamos estos efectos plásticos con agua y pintura. Una idea que representa otra. Quizás una sensación que representa nuestros llantos. En cualquier caso, mientras jugábamos con agua, íbamos preguntando a los niños por qué lloran o de qué están hechas las lágrimas. A lo largo del curso, lloramos menos y aprendemos a expresar nuestros sentimientos de otra forma y describir mejor nuestro estado de ánimo. Estamos aprendiendo junto con los niños que expresar nuestra vulnerabilidad puede ayudar a resolver muchos conflictos. Nuestros sentimientos son el resultado de cómo elegimos tomarnos lo que dicen y hacen los demás, y también como damos valor a nuestras necesidades y expectativas. ¿Cómo se enfrentan los maestros ante el llanto de los niños? ¿Se les permite llorar a los niños? ¿Se les permiten que conecten con lo que sienten para conocerse mejor? ¿Qué les decimos o hacemos a los niños cuando muestran su vulnerabilidad? ¿Qué nos lleva a sentirnos avergonzados por llorar? Seguimos explorando, para entender que al escuchar nuestros sentimientos y el de otros, cuando comprendemos las necesidades de otros como la nuestra, se mitiga el estrés, creando de alguna manera un entorno saludable.No obstante no todo llanto implicar consolar o atenderlo si no escucharlo, estar presente compartirlo, se nos educa para orientarnos hacia los demás más que para estar en contacto con nosotros mismos. Quizás llorar no es más que una señal que nos hacemos hacia nosotros mismos para explorar-nos o comprender-nos desde dentro. En cualquier caso un niño solicita algo, ignorarlo es ignorar sus necesidades. Tenerlas en cuanta es lo que hace al maestro sensible.
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Elena; Quería sentarme allí y Adriana me ha quitado el sitio. Había movido la silla para mí.- Javier; Eres una llorica.(Siguen los niños discusión en la mesa)- Juan; ¿Qué te pasa?- Elena; Quieren estar en una misma silla- Javier; Y ¿por qué no cambiamos de mesa?Cuanto más directamente conectemos nuestros sentimientos con nuestras necesidades, más fácil será que los demás respondan a ellas de forma compasiva y posiblemente empática.-Carla, es que Mario no me cuida. (Su hermano, en el patio)-La maestra; Y¿por qué no te cuida?-Carla, una vez me cogió y me abrazó.-¿Te vale si te lo hago yo? (Ella consintió)-La maestra la abrazó y ella sonrió.Imágenes y parte del trabajo participaron en la exposición de Metáforas II en la Universidad Pedagógica Experimental libertador, Instituto Pedagógico de Caracas. Y junto con la Universidad Autónoma de Madrid.III Semana de la Educación Artística (Unesco, 2014)Y Proyecto de Exposiciones e- RED-adas II
http://exposicionesenredadas.blogspot.com.es/search/label/Caracas%3b%20Venezuela:%20Met%C3%A1foras%202014
Taller realizado con niños de cuatro años.Técnica; agua, pintura, jabón en algún caso, impresión sobre papel, leche