Lo primero que se observa al entrar en estas salas de tortura, es este artilugio, donde poco a poco y de manera constante se aplica calor de manera uniforme a toda la cabeza, seguro que la mujer de tres cerebros, se le derretiría alguno después de una sesión, pero sus pobres victimas como si no tuvieran bastante tormento, las obligan a leer el Hola, Semana y otros libelos que atacan el raciocinio.
En el museo de Toledo exhibían aparatos como este, aunque no recuerdo para qué servían, en este caso sirven para abrasar los cabellos, pero esta vez de manera localizada, supongo que buscando los puntos de mayor dolor.
Con ciertos lápices de mina grasa, van marcando la localización exacta de los ojos para…
… a continuación usar una especie de fórceps, éste lo aplican el los globos oculares, por lo que su extracción es terriblemente dolorosa.
Seguidamente aplican cera hirviendo por las partes más sensibles del cuerpo, como axilas, ingles y vello supralabial, lo dejan secar y a continuación lo arrancan de un tirón, provocando el más intenso dolor que uno puede imaginar.
Y despues de un par de horas de terribles tormentos, acompañados por sonidos estridentes de un aparato llamado radio, donde una tal Pantoja emite una serie de cacofonías para no dar descanso a los oídos, este es el resultado final.