Sala de torturas

Por Yoelchirri
En Diciembre estuve en Toledo y entre los muchos lugares y museos que visité, no perdí la oportunidad de hacer una parada en la exposición de torturas de la Inquisición, hay aparatos que desafían toda la posibilidad de existir una pizca de humanidad en sus inventores y ejecutores, una parte de la historia que se debería de borrar para siempre, aunque no es tan fácil, bien mirado conozco instrumentos tan aterradores como estos y no están muy lejos, nos acompañan desde la noche de los tiempos y su uso está muy extendido, me refiero a los útiles de peluquería.Es difícil imaginar aparatos que sean capaces de imponer mayor sufrimiento que estos, comencemos la exposición con el secador de pie.

Lo primero que se observa al entrar en estas salas de tortura, es este artilugio, donde poco a poco y de manera constante se aplica calor de manera uniforme a toda la cabeza, seguro que la mujer de tres cerebros, se le derretiría alguno después de una sesión, pero sus pobres victimas como si no tuvieran bastante tormento, las obligan a leer el Hola, Semana y otros libelos que atacan el raciocinio. 

En el museo de Toledo exhibían aparatos como este, aunque no recuerdo para qué servían, en este caso sirven para abrasar los cabellos, pero esta vez de manera localizada, supongo que buscando los puntos de mayor dolor.

Con ciertos lápices de mina grasa, van marcando la localización exacta de los ojos para…

… a continuación usar una especie de fórceps, éste lo aplican el los globos oculares, por lo que su extracción es terriblemente dolorosa.

Seguidamente aplican cera hirviendo por las partes más sensibles del cuerpo, como axilas, ingles y vello supralabial, lo dejan secar y a continuación lo arrancan de un tirón, provocando el más intenso dolor que uno puede imaginar.

Y despues de un par de horas de terribles tormentos, acompañados por sonidos estridentes de un aparato llamado radio, donde una tal Pantoja emite una serie de cacofonías para no dar descanso a los oídos, este es el resultado final.