Count me out es una vuelta de tuerca más, si cabe, a ese frenesí sonoro del que se hacen acompañar antes de visitar los preludios de un sonido garaje que en Flip a coin y Creature creature son un delirio de ritmo y notas que saltan sobre las manos de sus compositores, y que van a parar hacia la balada del disco, Drunk as a shunk, puro folk norteamericano bajo las consignas del dios Bob Dylan, que además, tiene la insignia de las canciones que entran a la primera sin necesidad de forzar nada. En ese estado natural y espontáneo surge Let me down, que intenta recuperar el brit pop más descarado, pero esta vez bajo la influencia folk que ya estaba presente en la canción anterior, y en el que parecen estar muy cómodos Sala & the Strange Sounds. Aunque sin dejarnos llevar a por falsos espejismos, en Tonight recuperan las guitarras puntiagudas del rock garage más clásico, pero algo menos incisivas que en anteriores temas; justo lo necesario para desembocar en la música de fiesta cercana al reggae de Stay for a while, donde nadie se puede quedar sin bailar.
Danny boy es psicodelia sin aditamentos, sólo tamizada por el filtro de los Sala & the Strange Sounds, que como un barca que surca el río contracorriente nos lleva a la auténtica maravilla del disco, Affectology, que muy bien podrían haber firmado Blur u Oasis, pero que a nosotros nos recuerda a la enigmática y fantástica Here comes the sun de The Beatles, en ese último intento de dejar huella en la historia de la música del grupo de Liverpool en las manos del bueno de George Harrison; una música con una profundidad y un alma propia, que Sala & the Strange Sounds reinventa hasta convertirla en mágica, porque no en vano cuando el próximo sábado 26 de mayo estrenen su flamante y nuevo disco en la Sala el Sol de Madrid, los que allí se congreguen a su alrededor, estarán atravesando los umbrales del más puro brit pop.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.