Hasta que no le envían como aprendiz del poco ortodoxo Padre Lucas (Anthony Hopkins), un legendario sacerdote con miles de exorcismos en su haber, la armadura de Michael no empieza a caer. A medida que se introduce en un preocupante caso que parece trascender incluso la habilidad del Padre Lucas, empieza a vislumbrar un fenómeno que la ciencia no puede explicar ni controlar, un mal tan violento y terrorífico que le lleva a poner en tela de juicio todo en lo que cree.
La película intenta ofrecer un nuevo punto de vista sobre los exorcismos, centrada en la fe, la religión y la parte oscura de la existencia entre dos mundos. Al igual que nos muestran al demonio y a Dios, al mal y al bien, nos muestran las dos vertientes de los exorcismos, la parte más demoníaca y la más psicológica, las dudas que un joven y futuro sacerdote tiene acerca de este rito, pero que pasa de ser un intento de ofrecer una visión comprometida de su director a caer en el beneplácito de un estudio que busca algo más para recaudar en los cines, y tan sólo quieren seguir aprovechando la rentabilidad del clásico de 1973, El exorcista, incluso realizando guiños al mismo.Muchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.